Centenario del maestro Gonzalez Goyri
Por Luis Maldonado de la Cerda
El 20 de noviembre hemos recordado con admiración y mucho cariño el centenario del maestro Roberto González Goyri. Mi abuelo ya nos contaba anécdotas de la relacionada familia de artistas, como Fernando (Zigo), Óscar y, luego, una generación después, el que se consagró grande entre los grandes artistas de la plástica, Roberto.
Recuerdo que a mis 20 años, fui amante de las caricaturas de Zigo, quien ya había fallecido mucho tiempo antes; por esa época conocí a Óscar, muy apreciado y queridísimo por nosotros, que daba clases de pintura a Thelma, quien luego sería mi esposa. Inolvidable maestro que con la amistad brindada, dibujó mi propia caricatura, la cual actualmente me identifica en WhatsApp.
Conocimos al maestro Roberto y su artística, creativa, única maravillosa mano y además siempre con amena plática de la soñada Guatemala del ayer; por supuesto, a las exposiciones no podíamos faltar, cada vez más identificables con él, deseadas y cotizadas por los conocedores del arte. Hoy comparto una anécdota escrita por mi esposa Thelma, en la que resalta la calidad artística y humana del querido Maestro Roberto González Goyri, en recuerdo del centenario de su nacimiento: El maestro González Goyri fue un artista increíble, magnífico. Y tan sencillo y generoso.
Una historia conmovedora: mi hijo tenía 16 años y estaba enamorado de la obra del maestro. Sin ningún concepto de lo que podría costar económicamente, le encargó una obra y le dijo que iba a ahorrar para pagarla. El maestro aceptó. Tiempo después, lo llamó para informarle que ya estaba su encargo. En ese momento mi esposo y yo nos dimos cuenta de lo que mi hijo había hecho. No trabajaba porque era estudiante, todavía no era bachiller. Sentí la muerte cuando lo vi salir con sus ahorros ( muy pocos ) a recoger su cuadro. Le firmé un cheque y le dije hasta qué cantidad podía usar y además, que nos la tenía que pagar.
Regresó feliz, con un caballo bellísimo, una obra increíble como todas las del maestro. Lo primero que preguntamos fue el precio. No creo que le haya cobrado ni lo de los materiales. Prácticamente se lo regaló, probablemente conmovido por la admiración de alguien tan joven. Ese era el maestro Roberto González Goyri.