Presupuesto 2025: Gasto histórico sin rumbo
El proyecto de presupuesto 2025, presenta preocupaciones similares a las de años anteriores: un gasto desmedido y un déficit fiscal en aumento, que refleja la ausencia de un compromiso fiscal serio y de una estrategia sostenible.
Redacción
El gobierno parece carecer de una visión clara a largo plazo, ya que las prioridades públicas siguen relegadas en el marco de una administración central atada a prácticas presupuestarias desordenadas.
La solicitud de Q148.5 millones para el Presupuesto General 2025, es una cifra que, lejos de reflejar eficiencia, resalta la baja ejecución y los resultados limitados que caracterizan su gestión.
Pese a las promesas iniciales de transformación e inversión, el gobierno ha decepcionado a muchos, especialmente por la escasez de obras significativas y la ausencia de un plan de desarrollo.
Más dinero sin resultados
La ejecución de obras sigue siendo baja y los avances en proyectos claves brillan por su ausencia, lo que sugiere una desconexión entre los objetivos prometidos y la realidad presupuestaria.
Aunque el Ejecutivo aumenta las asignaciones para municipalidades y Consejos de Desarrollo, estos fondos se distribuyen sin una clara coordinación con las políticas nacionales, creando un gasto municipal descentralizado que escapa al control del gobierno central.
Este incremento desmedido de fondos para entidades locales apunta a compromisos poco transparentes entre el Ejecutivo y los diputados distritales
Aunque se incluyen incrementos en ciertos renglones, el Ministerio de Finanzas Públicas (MINFIN) presenta un presupuesto que simplemente sigue las mismas tendencias de gasto que los gobiernos anteriores, sin atender las prioridades de política pública.
Así, el segundo año del gobierno de Arévalo parece destinado a ejecutar la mayor cantidad de fondos en cada ministerio y dependencia del Estado, sin verdaderos avances significativos y una dirección clara en el gasto.
Sin hoja de ruta
Para los expertos, esto podría generar problemas a largo plazo, especialmente por el incremento de asignaciones a gobiernos locales, que sugieren acuerdos poco transparentes entre el Ejecutivo y los diputados distritales. Además, la inversión real ha disminuido dramáticamente: en 2018, de cada quetzal del presupuesto, 18 centavos se destinaban a inversión.
En 2025, esta cifra se reducirá a solo cinco centavos. Esta tendencia representa una pérdida de oportunidades para el desarrollo del país y para el diseño de políticas públicas de alto impacto.
El riesgo de un déficit fiscal superior al 2% solo se justificaría si el presupuesto estuviera orientado hacia metas claras y prioritarias. Sin embargo, la distribución actual de los recursos parece confirmar una gestión sin una hoja de ruta definida, guiada por decisiones improvisadas que perpetúan la falta de planificación en la administración central.