Una parábola sobre el Juez
Una parábola sobre el Juez
Había un Juez… “Había un juez en una ciudad, que no temía a Dios y no atendía ni consideraba al hombre. Y en aquella ciudad había una viuda que venía repetidamente a él,
diciendo: ‘Desagráviame de quien me ha agraviado’ (o sea, me ha hecho daño). Y por un tiempo no quería. Después de esto, dijo dentro de sí: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración por nadie, por el trabajo que ya me acarrea esta viuda, la desagraviaré para que, al fin, viniendo no me saque los ojos”. “¡Oigan lo que dice el juez malvado e injusto. Y Dios, ¿no hará, no, el desagravio de sus escogidos, de los que le claman a él día y noche, y es longánimo con ellos? Les digo que en breve hará su desagravio.” “Sin embargo, cuando venga el Hijo del hombre, ¿acaso hallará la fe sobre la tierra?”
Esta parábola de hace unos 2,025 años la dijo un personaje histórico llamado Jesús de Nazaret, en una de sus prédicas. Es importante darnos cuenta que siempre han habido injusticias y que siempre han habido algunos jueces como el de la parábola. Y también que siempre han habido situaciones de alguien que hace daño a otro y un juez tiene que resolver el daño. Por eso esta parábola es para que comprendamos la naturaleza humana, que debemos insistir a los Jueces para que hagan su trabajo de “desagravios”, aunque no sean buenos jueces; no dejarnos de las injusticias a nivel personal o social y acudir a los jueces sin cansarnos. Y luego tener fe clamando a Dios día y noche para que se haga justicia aquí en la tierra y Dios el juez justo hará justicia en su momento.