Arévalo y la CSJ: El juego político de Semilla
Analistas políticos califican “desacertada” la decisión del mandatario Bernardo Arévalo de reunirse con los magistrados recién electos de la CSJ antes de que asuman sus cargos. Algunos críticos aseguran que este tipo de acercamientos, lejos de fortalecer la democracia, mina la percepción de independencia judicial.
Redacción
El presidente Bernardo Arévalo ha demostrado, una vez más, su falta de interés por mantener la independencia de poderes, al reunirse con los magistrados recién electos de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) antes de que asuman sus cargos.
Este movimiento, calificado por analistas como un claro desafío a la autonomía judicial, genera preocupación sobre la posible injerencia del Ejecutivo en un poder que debería operar con total independencia.
A pocos días de la elección en el Congreso, el encuentro puede ser visto como una señal de intromisión que compromete la neutralidad de los nuevos magistrados. Las críticas no solo apuntan a la inoportunidad de la reunión, sino al mensaje que envía: un presidente que parece más interesado en estrechar lazos con el nuevo cuerpo judicial que en garantizar un verdadero equilibrio entre los poderes del Estado.
Los analistas coinciden en que este acercamiento abre la puerta a interpretaciones peligrosas, particularmente en un momento donde el partido oficial enfrenta serias acusaciones de influencias indebidas. Este martes, el Congreso deberá elegir a los magistrados de las Cortes de Apelaciones, un proceso clave que definirá el rumbo de la justicia en los próximos cinco años, y que, lamentablemente, ahora está bajo la sombra de las maniobras políticas del Ejecutivo.
Con acciones como estas, Arévalo envía un mensaje claro: la separación de poderes no parece ser una prioridad en su agenda, y los riesgos de que la CSJ termine subordinada al Ejecutivo son cada vez más palpables.
Operación fallida
La elección de magistrados fue calificada por aliados de Semilla como una «operación fallida», admitiendo que el gobierno hizo «acuerdos» con «grupos que no cumplen su palabra». Linares Beltranena no duda en calificar a Arévalo y sus colaboradores como «políticos de doceavo puesto», quienes, sin disimulo, repiten los mismos esquemas corruptos que criticaron en el pasado, comparándolos con los señalados en los casos de Comisiones Paralelas que CICIG-FECI persiguió en su momento.
Arévalo, en redes, ha afirmado que su gobierno busca garantizar cortes comprometidas con la democracia, pero Linares cuestiona la capacidad y formación de los cercanos al mandatario. Según el abogado, «Arévalo es político de doceavo lugar, porque es el que ocupaba en las elecciones, antes de que los gringos lo impusieran con fraude», afirmando que tanto el presidente como su equipo fueron seleccionados más por su lealtad que por su formación.