El feminismo no es igualdad, es hipocresía
Por Michelle Molina Müller
De la unidad al conflicto
Evolución del feminismo en declive
¿Sabías que las primeras feministas colaboraron estrechamente con los hombres en su lucha? En 1869, León Richier fundó el periódico Los derechos de la mujer y, en 1878, organizó el Congreso Internacional de los Derechos de la Mujer. Por su parte, John Stuart Mill impulsó una reforma electoral que proponía sustituir la palabra «hombre» por «persona», abogando así por la inclusión de la mujer en el sufragio. La causa feminista se concebía como una lucha conjunta por construir una sociedad más justa e inclusiva.
Sin embargo, el feminismo contemporáneo ha tomado una dirección distinta, alejándose de la causa inicial. Hoy en día, no solo se observa un rechazo hacia la colaboración con los hombres, sino que en ciertos casos se promueve una postura abiertamente hostil hacia ellos. Por eso, el feminismo actual se percibe como una ideología que se ha desviado de su causa, enfocándose en narrativas más polarizantes y divisorias. Pauline Harmange, una feminista radical, publica un libro titulado Hombres, los odio, en el cual sostiene que el odio hacia los hombres es una herramienta de empoderamiento femenino.
Se sostiene que la lucha continúa siendo por los derechos de la mujer en una sociedad definida como «machista». En realidad, en los países occidentales, la mujer ya goza de igualdad ante la ley. A pesar de estos avances legales, las feministas radicales extremistas han adoptado un discurso que no solo ignora estos logros, sino que también promueve una narrativa de confrontación abierta en contra del hombre.
Olas del feminismo
Del verdadero feminismo al hembrismo
El feminismo de primera ola, informado por los liberales, consistía en la incorporación de la mujer al mundo de la academia, acceso a la ciudadanía, igualdad ante la ley y participación en el sufragio. Este feminismo representa una lucha y progreso necesario e importante.
Ahora bien, la segunda ola, informada por la teoría marxista, fundamentalmente en la teoría de Engels sobre la familia, está enfocada en la lucha de clases y de sexos. La mujer tenía que subordinarse a la lucha del obrero para verse liberada del patriarcado.
Tras su fracaso, nace la tercera ola, junto con autoras famosas como Simone de Beauvoir, Judith Buttler y, contemporáneas como, Monique Wittig. Es aquí en donde el movimiento pierde su norte.
«En verdad, la mujer no existe». – Monique Wittig
«Odiar a los hombres es un acto político de honor». – Robin Morgan
Actualidad
¿Igualdad o privilegios?
Aunque aún queden actitudes machistas, ante la ley todos somos iguales. La causa feminista original ha triunfado. Las mujeres tenemos derecho a estudiar, participar en la política, alzar nuestra voz, trabajar, tener ingresos, propiedad y custodia de los hijos. Sin embargo, el feminismo moderno lucha por una «opresión» que ya no existe. Ahora, se trata más de un «hembrismo», pues no es por el amor a la mujer, sino por el odio al hombre.
Han pasado de exigir derechos a exigir privilegios. Por eso, muchas mujeres no simpatizan con el feminismo. Parece que no protegen a la mujer, sino únicamente a las «aliadas». Si no simpatizas, entonces eres atacada por las mismas que dicen «cuidar de la mujer». Se han desviado al punto de no poder definir qué es una mujer. No pueden definir al individuo protagonista de la lucha.
Muchas de nosotras, que no hemos compartido sus creencias, hemos sido blanco de insultos y ofensas por parte de las mismas feministas. Lamentablemente, muchas mujeres somos invisibles para el movimiento que «lucha por la mujer». Este comportamiento evidencia la hipocresía feminista, pues la sororidad es selectiva. Es falso que el feminismo incluya a todas las mujeres. Si no simpatizas con sus ideas, eres merecedora de opresión y dejas de ser «protegida», lo que demuestra que no cumples con los requisitos de su selección. Por ello, sostenemos que el feminismo no es igualdad, sino hipocresía.
En la red social X (Twitter) compartí una opinión que no tenía ninguna relación con el feminismo. Sin embargo, una chica que se autodenomina feminista comentó: «No justifico los feminicidios, pero en este caso con esta mujer… haría una excepción». Me pregunto, ¿dónde queda la sororidad? ¿No se supone que debemos apoyarnos entre mujeres? ¿No debería respetar mi opinión, incluso si es diferente? ¿Acaso no está ella, en este caso, oprimiendo a otra mujer? Resulta paradójico.
«No necesito del feminismo. No soy víctima, no vivo del estado, no odio a los hombres, no mato a mis hijos, no quiero privilegios, no quiero feminismo. Soy una mujer libre e inteligente».
Emancipación de la mujer
CEO de una empresa o ama de casa, libertad de escoger
Aunque hoy es evidente que las mujeres tienen la capacidad de dominar cualquier campo, eso no implica que todas deban seguir el mismo camino profesional o técnico. La tendencia feminista asocia la emancipación e independencia de la mujer con roles fuera del hogar, como alto puestos de trabajo en empresas o el desempeño de profesiones específicas.
Sin embargo, si entendemos la emancipación como un proceso de madurez y autonomía, una mujer debe tener la libertad de elegir su camino, incluso si ese camino incluye roles más tradicionales como el cuidado del hogar y la familia. Quedarse en casa para cuidar de los hijos y del marido no es un símbolo de opresión. Es digno de admiración y respeto, al igual que cualquier otra elección. Aunque seamos capaces de alcanzar nuestras metas, cumplir nuestros propósitos y posicionarnos junto al hombre, nunca seremos iguales.
Cada ser humano es distinto; las mujeres somos diferentes a los hombres, y eso es lo que nos hace únicas, especiales e inigualables. Estamos dotadas, en todo sentido, de capacidades y dones intrínsecos a la mujer. Las mujeres tenemos la capacidad de realizar las mismas tareas que los hombres, pero esto no significa que debamos competir para superarlos.
La igualdad es esencial, pero también es importante reconocer que algunas responsabilidades han sido tradicionalmente asumidas por los hombres, y ambos géneros pueden complementarse en sus roles.
Reivindicando la verdadera esencia del feminismo
Retorno a las ideas originales
Si el movimiento feminista lograra adherirse a sus ideales originales, el panorama social sería radicalmente diferente. Sin embargo, este no es el caso en la actualidad. El feminismo en su forma original no solo busca la equidad, sino que también contribuye al bienestar de la sociedad al posicionar a la mujer en igualdad de condiciones con el hombre.
En contraste, el feminismo radical y extremista de hoy tiende a polarizar y dividir, provocando que muchas mujeres se identifiquen como «antifeministas». Esta ruptura en la solidaridad femenina no solo debilita el movimiento, sino que también aleja a potenciales aliadas. Es crucial reconocer que la verdadera emancipación de la mujer no debe buscar la confrontación, sino el entendimiento mutuo y la cooperación.
Debemos, por lo tanto, adoptar una visión equilibrada y legítima de la promoción de la mujer, centrada en la universalidad de los derechos humanos. Este enfoque debe ser aplicable tanto a hombres como a mujeres, reconociendo la dignidad intrínseca de cada individuo. En última instancia, la reivindicación de la verdadera esencia del feminismo radica en la capacidad de unir y empoderar, más que en dividir y confrontar.
«La esencia de la feminidad brilla en la empatía y la comprensión, demostrando que el verdadero impacto se logra a través del amor y la colaboración».