Réquiem por la Patria
César A. García E.
Me tocó afrontar la vida con hombría, porque había muchos valladares por vencer. Fui un niño enfermizo y esa fue una de mis principales faenas a superar. Lo logré, para encontrarme una vida que -no necesariamente- me satisfizo, hasta encontrar la mayoría de edad y tramitar -apresurado- mi cédula, para convertirme en un hombre productivo y alcanzar la única meta que tenía entonces… prosperar.
Empecé ganando cien quetzales al mes, en 1980; era -pese al año- muy poco, pero con esa iliquidez me hizo un eficiente administrador Mis ingresos crecieron lentamente los siguientes siete años y en todo momento, el coraje y la necesidad fueron mis inseparables compañeros; una compañía de la que jamás renegué, sino al contrario, no cambiaría por ninguna otra; ni un solo día de mi vida, ha carecido de propósito, especialmente los sombríos… como este.
Noté rápidamente que había dos formas de avanzar en la vida. La primera, indigna y denigrante, la constituía convertirse en un “arrastrado” que, si se quiere usar eufemismos, se podría decir: ambivalente, voluble o lambiscón… ¡palanganero pues! Algunos compañeros y jefes, se convertían en una especie de cuijes, cómplices y timadores; eran especialistas en usar a las personas, encubrir malandanzas y utilizar su tiempo en beneficio propio y no en el de la empresa a la que servían. Siempre labiosos, adulones y mediocres.
El otro camino, era el de la rectitud, franqueza, virilidad y trabajo tesonero. Esta ruta, sin duda más larga y escabrosa, con decenas de amenazas y alimañas que se proponen oponerse al talento y despreciaban la franqueza. Proponía, también esta ruta, muchísimas satisfacciones no dinerarias y, en definitiva, me enamoré de ella, como la única opción de crecer, en todos los ámbitos. Es de aclarar que esa vía, no tiene nada que ver con mojigatería o perfección; si, y mucho, con la autenticidad y autocrítica. Convertirse en una persona auténtica, cuyo valor sería considerado importante tarde o temprano y que rebasaría al “palanganero” de profesión, entendida así la gente políticamente correcta, al colmo de sobar levas … a pesar de los principios que dice ostentar; gente hipócrita.
Tuve éxito en la faena, prosperé, siempre con la ayuda de Dios. Hice amigos -siempre pocos- en todos los círculos de gente honrada y debí aceptar que muchos de ellos, dependen de ser hipócritas, para sobrevivir en esta selva donde el dinero es el único alimento y el alma es sofocada por la codicia; así decidieron su ruta desde el principio y parece que ese camino solo lleva a vivir entre el infierno y el hades.
En cuanto fui más libre y más seguro -porque los años o te dan libertad y sentido, o te dan decrepitud y amargura- también decisión propia, quise incidir donde pude para “salvar” a mi patria y así lo pensé por décadas. Ello me llevó a la vida gremial, en la que no encontré el menor resultado, pero donde ejercí -de forma radical- mis principios… entonces me clasificaron como “especial”. Luego fui comunicador, escribiendo -durante varios años- en tres periódicos todas las semanas… quizá fueron unas tres mil columnas. También gasté mucho en la televisión, para tener un programa que alumbró por primera vez en Guatemala, el dantesco tema de la desnutrición crónica infantil, hizo entrevistas fuertes y honradas a los candidatos que se animaron a llegar.
Logramos, además, por medio de la Asociación Guatemala Futura que era -según un descalificador a sueldo- integrada por “dos pijijes y una gallareta”. La gallareta era mi querido Sequito Sinibaldi cuya muerte aún me entristece. Esa asociación presentó una iniciativa de ley con 6482 firmas, para: eliminar el listado nacional, reducir el Congreso a ochenta zánganos y limitar a dos veces la reelección. Eso fue en 2008 y a los diputados les valió. La CC nos amparó y ordenó al Congreso conocer la iniciativa… sigue engavetada y he ofrecido a gente buena que unamos esfuerzo para lograrla; la gente buena, siempre quiere empezar de cero, raramente está dispuesta a aportar a una causa y desean hacer su grupito o echar porras. Muchos de esos grupitos, terminan haciendo proselitismos.
Un mal día, al despertarme, pesaba unas quinientas libras, no podía moverme y me tardé un par de horas de salir de la cama. Duchándome ese día y doscientos más, sentía que mis brazos pesaban un quintal cada uno; iba en el carro sumamente irritable, lloraba por nada y luego mi espalda… hecha un nudo, con dolores desde las cervicales, hasta las lumbares… una pesadilla; ya antes había perdido mi oído derecho donde un inseparable tinnitus me acompaña. Me enfermé de “realidad”. Estaba -me dijo una doctora- “quemado” por mi estilo de vida trabajólico, intenso, incansable y con exceso de futuro… siempre quise saber que venía para Guatemala, lo escribí hasta la saciedad y lamentablemente acerté; aquí estamos… dando el salto al vacío.
Vienen días oscuros y complicados, en la que, la gente de principios y valores, finalmente deberá ser insurrecta, desobedeciendo mandatos inmorales y estúpidos que nacen desde un gobierno mundial -que por años anuncié en mis columnas- y que no fue electo por nadie, pero se impondrá a base de muerte y “noticias”. Un gobierno de malandros de la peor especie que regirá a través del miedo y de negarle a los ciudadanos del planeta el uso de su propio dinero que -como el socialismo más aberrante dicta- ya nunca más será privado.
Si alguien cree que, gentuza que pide nuestro voto y con su rostro ensucia nuestras calles e insultan a nuestros hijos y nietos… robándoles parte de su futuro, se opondrá a la debacle del Nuevo Orden Mundial y a la nueva “Capitanía General” que ya abrió sus puertas en Cayalá… es un iluso. Al abuso de la podredumbre en Guatemala, le ha llegado su hora, pero no para erradicarla, sino para adaptarse a la podredumbre mundial que, como usted habrá visto, hace “razonable” que las naciones se endeuden obscenamente, apaña la corrupción y compra a sus carceleros que usted “elegirá” en las urnas. Un inmoral con poder es un súper inmoral. Ha llegado la hora de pagar las cuentas, de ignorar voces honradas, de despreciar la virtud y la competencia; ha llegado la hora, para que los cobardes entreguen al país a un sistema mundial fétido… porque se insistió en poner a monigotes oscuros en el poder, por décadas.
Me enfermé el mismo día que escribí esto, pero me había comprometido con gente a la que quiero, aprecio y tiene por iniciativa cívica este medio. Hoy amanecí especialmente mal, vine a revisar y hacer cambios. Debo reconocer que, aunque el arrastrado no tenga de qué presumir, más que de dineros espurios que necesita mostrar, tiene mucho más éxito económico que el honrado y competente, lo cual solo describo, sin que me inmute, porque perdí mi capacidad de asombro… es un mundo de incentivos perversos.
Hoy me subí al carro, con el sentimiento de quien va a despedir al cementerio, a un ser amado. Llegué a ese lugar tan verde y tan vacío y te dejé en tu tumba -Guatemala- todo lo que pude hacer hasta este día, por ti y durante muchas décadas. Fracasé en salvarte y me entristezco, pero te suelto, por mi propio bien y porque has muerto. Veo a tres pasos de tu tumba, a un colibrí que me devuelve la esperanza y veo el cielo que estaba tan gris y ahora luce luminoso. Debo disfrutar lo que me quede, de lo que no está aquí -entre el mugrerío- de lo que no edificó el hombre y solo Dios pudo hacer… que otros arreen ¡Piénselo!