¡Viva el transfuguismo!
La lista de deseos que los “dignatarios de la Nación” o “padres de la patria” exhiben en la iniciativa 6445, que reforma la Ley del Organismo Legislativo (LOL), parece una parodia de pésimo gusto pero es real: los legisladores, que han demostrado sus cualidades en estos meses, pretenden una serie de privilegios, exenciones e impunidad que los ubicarían muy por encima de los guatemaltecos comunes.
Por ejemplo, la reforma del Artículo 58, establece que los diputados no necesitarán más que la credencial del Tribunal Supremo Electoral (TSE), para tomar posesión: “cualquier documento adicional que se requiera no limitará la toma de posesión del cargo”.
Esto parece un guiño a lo que se vivió en 2020, cuando dos diputados asumieron sin el finiquito de ley que otorga la Contraloría General de Cuentas, sin que este acto ilegal hiciera ruido, ni siquiera a la Contraloría que no denunció ni actuó conforme a la ley.
De legislarse, los diputados electos tomarán posesión aunque tuvieran omisos en la SAT, deudas o cualquier cuenta pendiente con el Estado.
Por si fuera poco, exigen “una remuneración…que les permita cumplir eficaz y dignamente con sus funciones parlamentarias y territoriales”. Es decir, actualmente no tienen un ingreso digno, que les permita cumplir las funciones para las que fueron electos. Cabe recordar que reciben casi Q30 mil mensuales, a los que se suman bonos por acudir a comisiones, viáticos y prestaciones como Aguinaldo y Bono 14 (dos sueldos más anualmente). Además, exigen que la remuneración a los legisladores se parangone con las “de funcionarios de otros organismos del Estado que gocen de similares inmunidades o prerrogativas”.
Lo anterior significa que los electos, muchos de ellos con una formación académica deplorable, cuando la tienen, devengarían sueldos iguales a los de jueces o magistrados, a quienes se exige una sólida formación y décadas de experiencia laboral.
Cada guatemalteco sabe que el Congreso está lleno de “juniors”, familiares de narcotraficantes, contratistas del Estado y toda una fauna que para llegar a ese sitio solamente necesitó dinero para la campaña. Y la prueba es que la mayoría necesita un ejército de asesores para tomar cualquier decisión, tal es su desconocimiento sobre el Estado y sus leyes.
Un ejemplo es Evelyn Morataya, ex esposa del mal recordado Alfonso Portillo, quien para convertirse en política, solamente necesitó los millones del ex esposo, primer ex mandatario extraditado a EEUU por corrupción.
Vivian Preciado Navarijo, cuyo hermano recién admitió su actividad de narcotraficante ante un tribunal estadounidense, es otra de las “dignatarias” que merecerían ganar igual o si se puede más, que los magistrados y jueces.
La ley, propuesta por Morataya, Raúl Barrera, César Fion y otros diputados, busca otras muchas prebendas y privilegios para los legisladores que, en estos meses, han sorprendido con su capacidad de articularse para aprobar proyectos nocivos para los guatemaltecos, como la ampliación presupuestaria, mas no han mostrado avances en temas de fiscalización, legislación, o mucho menos la deslegislación, tan necesaria en un país donde decenas de miles de leyes son obsoletas y siguen vigentes.
Pero las demandas y pretensiones que parecen el listado a Santa Claus de un niño alucinado por altas fiebres, podrían ser un pretexto para introducir lo que verdaderamente interesa a los amigos incondicionales del oficialismo: garantizar la impunidad para el transfuguismo, práctica predilecta de los “dignatarios”, y lograr que la bancada independiente del partido gobernante pueda presidir Junta Directiva y contar con los privilegios de cualquier otra bancada.
Esto evidencia que la justicia no estuvo errada y que la suspensión de Semilla es un hecho que será prácticamente imposible de revertirse, aunque los del bloque independiente y sus fieles aliados del «pacto de corruptos» traten de fingir que no pasó nada.
No es primera vez que los “dignatarios” pretenden retornar el transfuguismo a la categoría de comportamiento ético y digno, olvidando que se trata de la más ruin traición a los ingenuos que votaron por el partido que los nominó.
Anteriormente, el intento de retornar a la legalidad esa práctica fue conocido como “pacto de corruptos”. Ahora, quienes promovieron que los medios acuñaran la frase, vitorean el transfuguismo, que, para ellos, es inseparable de su quehacer político.