Doble rasero, doble moral
Hoy se supo que el ministro de Finanzas, Jonathan Menkos, presentó al Congreso un presupuesto de Q148,500 millones. A quien le parecía excesiva la propuesta de Alejandro Giammattei para 2024: Q115,443 millones, podría resultarle un escándalo ese incremento muy considerable, que además va acompañado por medidas que también implementó Giammattei, como las ampliaciones presupestarias y el endeudamiento exagerado.
Según Menkos y Bernardo Arévalo, antes de que ellos estuvieran en el gobierno, el 40% de los fondos estatales se iban en corrupción. Ahora es todo lo contrario, dicen, y aseguran que la intención es solucionar rápidamente todos los problemas estructurales del país.
Esto lo afirma el oficialismo desde una posición lamentable, ya que ni siquiera ejecutaron el 50% del presupuesto vigente y Arévalo, sigue aferrado a una ampliación que podría volver a ser refutada por la CC, ya que la primera fue suspendida provisionalmente y el Congreso lo resolvió aprobando otra ley igual, lo que según los conocedores constituye fraude de ley, porque intentaron tapar el error señalado por la CC emitiendo nuevamente la normativa.
«Una apuesta por nuestro pueblo», dijo Arévalo sobre el presupuesto más elevado de la historia, que ni en sueños podría ser financiado con los poco más de Q80 millones de recaudación fiscal y que luego de un año sin ejecución, inicio de obras o siquiera reparaciones de infraestructura vial, llama a la suspicacia.
De aprobarse, este escandaloso presupuesto de casi 150 millones será otra de las variables que encaminen al país hacia una ruina económica sin precedentes. En nombre del «pueblo», el gobierno podría llevar a Guatemala a una situación dramática que jamás se había vivido.
Según el grupo gobernante, darle al Estado carta blanca para servirse fondos con la cuchara grande es peligroso, porque todos los políticos son corruptos. Todos, menos ellos, que ofrecen manejar esa montaña de dinero con suma transparencia y eficiencia.
Lamentablemente, su historial anodino como bancada y los meses que llevan en el gobierno, dando varias muestras de opacidad y gusto por el «buen vivir» de Gustavo Petro, contradicen sus palabras de amor a la patria y uso eficiente de los recursos.
Guatemala está herida y si se llega a aprobar ese insulto a los chapines que es el presupuesto, la herida podría ser demasiado grave.