Seguridad transfronteriza, ante la amenaza de los carteles de la droga mexicanos
Hace unos años escribí acerca de la crítica situación de la frontera México-Guatemala, que por esos días fue noticia por la masacre ocurrida en Chiapas, en la que murieron 19 personas, que provocó la reacción del Ejecutivo “enviando PNC y Ejército a patrullar los limites con Mexico por la narco violencia”, tema que retomo hoy en este artículo publicado.
Es importante mencionar la relevancia geográfica, que tiene Guatemala limitando con Belice, México, Honduras y el Salvador. Ubicarse geográficamente es relevante, porque permite valorar la importancia del istmo centroamericano y Belice, el cual representa aproximadamente 523.610 kilómetros integrados a la región Mesoamericana[1], que conecta a Sur América por vía aérea, marítima y terrestre.
Guatemala ocupa una posición geográfica que requiere la búsqueda de acuerdos y políticas regionales, para alcanzar cierto grado de seguridad transfronteriza, que facilite atender eficazmente las amenazas emergentes y, en algunas oportunidades también asimétricas, provenientes del Sur con destino final en EE. UU, que generan altos índices de violencia, convirtiendo a Centroamerica y parte del caribe en una de las áreas más violentas de Latinoamérica (Ban Ki-moon)[2].
Lo expresado por el secretario de la Organización de Naciones Unidas, tiene la consistencia para plantear las siguientes interrogantes: ¿Cuáles son las propuestas que deben proponerse desde los organismos internacionales y los países afectados, para tratar los asuntos relacionados con el crimen trasnacional? Advirtiendo, que el tema aparentemente ha sido agotado por expertos (as), que terminan por proponer diagnósticos e implementación de programas, que finalizan en fracaso, porque vienen confeccionados con los criterios de países que toleran o conviven con el crimen organizado, convirtiendose su territorio en base de operaciones del crimen global.
La continuidad de estas metodologías cierra los espacios a propuestas más admisibles y útiles. Como lo es crear una comisión o Comité latinoamericano y del caribe, para vigilar permanentemente el modus operandi del crimen y sus innovasiones operativas, por medio de un programa integral de Seguridad Transfronterizas (PIST); tomando en cuenta investigaciones realizadas por instituciones serias -Crisis Group y organismos internacionales-, así como por instituciones gubernamentales y centros de investigación de los propios países.
Es importante promover la conciencia y responsabilidad de las autoridades de los países cuyos ciudadanos y funcionarios, comparten espacios geográficos interconectados social y económicamente, a fin de contraer el compromiso de enfrentar los problemas de manera amplia (bilateral, trilateral o cuadrilateralmente)
En el caso de Guatemala y México, es conveniente conocer algunas opiniones de quienes han realizado estudios relacionados con el espacio geográfico compartido por ambos países, para orientar la caracterización de los mismos a “partir de experiencias como la de México, valorar la acción del crimen organizado en las fronteras como un problema de criminalidad local y no como una amenaza a la gobernabilidad es un grave error. Aunque en la frontera sur no se presentan -todavía- situaciones de violencia generalizada por guerra entre bandas o carteles, el crecimiento del fenómeno del sicariato debe ser considerado por las autoridades como una grave advertencia de lo que puede pasar si los “espacios vacíos” que ha venido dejando el estado siguen siendo aprovechados por el crimen organizado”. (Sergio I. Moya Mena, Secretaría General–FLACSO. crimen organizado en la frontera Costa Rica – Panamá)
La Política Nacional de Seguridad PNS (2012), confirmó que México es un país de “tránsito de la droga producida en América del Sur con destino a América del Norte; además, que está alcanzando niveles de productor de amapola y en los últimos años receptor de precursores químicos para la fabricación de droga sintética, que ponen en peligro la vida y salud de los ciudadanos”
A la premisa anterior hay que agregar, que la frontera Guatemala-México, es importante para el “… desplazamiento de los carteles de la droga mexicanos hacia nuestro territorio con el propósito de controlar las rutas logísticas para el trasiego hacia el norte, al provocar que ciertas zonas territoriales cuenten con fuerte presencia de dichas organizaciones, ejercer presión para el control social e incentivar acciones de ingobernabilidad para limitar la presencia de la autoridad del Estado” (PNS/2012. página 19), que se confirma con la conformasión de un cartel híbrido compuesto por mexicanos y guatemaltecos.
Un buen programa de seguridad transfronteriza incide positivamente en el desarrollo económico y social de los países involucrados, facilita la atención de los problemas diplomáticos que surjan espontáneamente y es útil para tratar antiguas discrepancias; mejora el control y la reducción de actividades ilícitas transnacionales; aumenta sostenidamente las tasas de inversiones nacionales y extranjeras; abre las puertas para el desarrollo de programas interinstitucionales de fronteras seguras y niega el espacio para el atrincheramiento de bandas delictivas nacionales y transnacionales.
[1] Recibe esta designación porque se la considera la mitad (meso en griego significa ‘medio’) intermedia entre Norteamérica y Sudamérica desde un punto de vista técnico. (www.definicionabc.com/geografia)
[2] El Secretario sostuvo que la región está atrapada en los países productores de drogas al sur y algunos de los países de mayor consumo al norte, lo que favorece la criminalidad” (elPeriódico. 17 de mayo del 2012