“Matemos a Severo Martínez Pelaez”, la cooptación intelectual de la USAC
¿Cómo así? ¿Está hablando del autor del libro La Patria del Criollo? Sí, de él estoy hablando, el mismo autor del libro que ha sido reproducido ya cientos de miles o millones de veces, algunas veces legalmente y la mayoría en forma ilegal. Es más, ahora está disponible en PDF por lo que hemos entrado a la época de las lecturas electrónicas con él.
El mismo que ha sido usado como lectura obligatoria para todos los cursos de historia de Guatemala desde que salió por primera vez en 1970 hasta el día de hoy. Así como lo leen: 54 años presente en el proceso formativo, o mejor dicho de adoctrinamiento, de cientos de miles de universitarios. Así es, el historiador sancarlista que más ha influido en la formación de profesionales de universidades privadas, y es que esos mismos, como esporas en el aire cayeron en tierra fértil, en centros de estudios que incorporaban el curso porque era una forma de asumir su guatemalidad.
Largo el trayecto de don Severo como le decían en sus tiempos de docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la USAC, en la época donde no se necesitaba acreditar títulos, sino era suficiente afirmar que se había recibido cursos aquí y allá[1], pero no hay tragedia en esto, la época de la ampliación de las humanidades, de mano de la cooptación de las organizaciones revolucionarias estaba en su apogeo y no abundaban los docentes. Eso era un hecho, por lo que había que echar mano de todo lo que había disponible.
Pero antes de que sigamos hablando de Severo y su obra, mejor hagámoslo del título de este ensayo, poco original por cierto. Así es, a inicios de la década de los setenta cuando la obra máxima de Severo estaba ya circulando en las aulas universitarias, un joven escritor, caracterizado por el mismo marxismo del que luego se enamoró, burgués que estaba estudiando en una de las pocas universidades privadas de aquel entonces, Mario Roberto Morales, escribió un ensayo titulado: Matemos a Miguel Ángel Asturias, y antes de que piensen que aquello era el título de una novela policíaca o bien una amenaza vedada porque aún estaba con vida[2], en realidad hacía referencia a que era hora de que los nuevos escritores dejasen a un lado la influencia marcada de Asturias, o mejor dicho, que dejasen de ser imitadores al mejor estilo del realismo mágico y constituyesen versiones propias y mejores. La crítica era válida, sobre todo en una época cuando el oficio de escritor aún era reconocido, en fin, la provocación del título del ensayo de Mario Roberto Morales era válida, ahora bien, ¿qué tanto se siguió? La verdad no tengo la menor idea, lo que es cierto es que esto está motivándome a escribir estas palabras, y pienso en otro autor, que ha sido elevado al altar como santo por parte de la izquierda sectaria, Severo Martínez Peláez historiador, docente de oficio, y militante por elección.
En un país donde el analfabetismo ha reinado y donde la educación universitaria estuvo, está y espero que no esté por mucho más tiempo, cooptada por la izquierda, un libro se convirtió en el non plus ultra de la deformación intelectual, y aclaro con esto: no es que este en desacuerdo con lo dicho por el autor en su obra, sino mas bien por el uso que al mismo le dieron sus fanáticos hasta el día de hoy.
De la historia al adoctrinamiento
En el año 2022, en la Escuela de Psicología en el contexto de la ocupación ilegal del Campus y de los centros universitarios por parte de activistas, docentes, estudiantes y algunos trabajadores que protestaban contra el Rector, plantearon la necesidad de cursos de historia de Guatemala para “elevar la conciencia histórica” de esos mismos activistas y otros que pudiesen interesarse en apoyar tales ilícitos.
Este llamado a usar la historia como pretexto o como vehículo de formación política no es nuevo ni novedoso. Es más, el aporte de la Patria del Criollo se valora a partir precisamente de qué tanto ayudó a proporcionar discursos, no argumentos, a militantes y activistas. Como si nada, la universidad regresó al esquema formativo de la década de los setenta, que por cierto despoja de la cientificidad a la historia y la convierte en discurso.
De ser uno más a ser el único, así es como se vio la historia colonial a lo largo de al menos tres décadas luego de la publicación del libro que nos ocupa ahora. A un lado quedaron los aportes de la Sociedad de Amigos del País, el Seminario de Integración Social y hasta del mismo Instituto Indigenista. Todas estas instituciones estaban vigentes hacia inicios de la década de los setenta.
Pero para quienes vieron en la obra de Severo Martínez el valor propagandístico, todo aquel bagaje anterior no solo no contó como ciencia, sino además fue necesario invisibilizar la producción intelectual anterior al libro de Severo, tanto es así que de quienes hoy se asumen conocedores de la historia guatemalteca, muy pocos han leído tales obras[3] y no se espantan por ello, pues no habían transcurrido ni cinco años después de que la editorial universitaria publicara el libro, cuando todo el aporte de investigación histórica y social guatemalteco anterior al texto de Severo, fue estigmatizado y con ello, cancelado (como se diría en términos actuales).
Regresando al reciente curso de historia de Guatemala que se impartió en la Escuela de Ciencias Psicológicas, vemos el retorno a los orígenes del uso de la historia como discurso, como retórica. De nuevo las ciencias sociales en general y la historia en particular pierden su cientificidad, ¿Cómo podemos comprobar esto? Pues, usando tan solo el nombre de la obra para definir una realidad histórica y actual y de sumo compleja.
La Patria del Criollo, dicho en términos del autor, habla de cómo un criollo, Francisco de Fuentes y Guzmán, percibe su entorno particular, y luego a partir de ello, se construye un sistema económico y político colonial, del único criollo al que el autor puede individualizar: Fuentes y Guzmán. Esto, porque el autor se basa en el relato de Fuentes y Guzmán sobre lo que para él eran estas tierras y su gente, pero el académico devenido en político, afirma que La Patria del Criollo es la alegoría usada por los criollos, en general y en forma colectiva en el presente, afirma que estas tierras junto con sus habitantes son reclamadas por los criollos “como dice la obra o mejor dicho como dice el título de la obra”, y bueno, entonces es válida cualquier lucha que implique derrotar al criollo, que luego se convierte en el oligarca en el discurso marxista, y en el blanco o el ladino en el discurso etnicista.
Ahora imaginemos como era esta obra en manos de docentes que muchas veces no la leían ni entendían por completo, sino que además tenían la consigna de elevar a nivel de categoría de formación política conceptos como: despojo, colonialismo, cura doctrinero, capas medias y mestizaje, repartimiento, reducción o pueblos de indios, criollos y peninsulares, cristianizar, encomiendas y encomenderos.
Luego de ello, por medio del método inductivo, se asume que todas estas paradojas o realidades coloniales persisten en la actualidad, algo que el autor fue enfático en cuestionar en la última parte de su obra. Es más, afirma que es un sin sentido ir en contra de España por lo acontecido hacia más de 100 años, algo que debería haber calado a los fans de la obra que luego aplaudieron al presidente de izquierda de México cuando exigió disculpas a la Corona Española y al Vaticano en relación a la conquista, colonia y cristianización de la región.
Y ojo, La patria del Criollo como referencia bibliográfica no estaba sola en el proceso de adoctrinamiento, la misma facultad de Ciencias Económicas, donde se formaban licenciados en economía, administración de empresas y auditoria (estas dos últimas estaban ligadas directamente con el proceso productivo nacional) recibían sendos cursos de lógica y filosofía dialéctica. Se reproducían en las imprentas de la esta unidad académica, pagada con impuestos, las manuales de la Unión Soviética traducidos al español en la misma academia de ciencias o en la Universidad Patrice Lumumba.
Recuerdo muy bien los interminables folletos de Alexander Spirkin y M.E Kedrov, el punto no es demeritar el aporte de estos académicos sino más bien por la forma en cómo se usaron, no había discusión y sigue sin haberla, porque la verdad erigida en forma religiosa no se discute sino se acata. Fueron no pocas las promociones enteras de profesionales durante al menos 30 años que cuentan en su proceso formativo con agujeros oscuros, inservibles para su desempeño laboral, pero eso sí, eficaces para lo que consideraban una nueva sociedad revolucionaria (que nunca llego)
El marxismo economicista versus la historia como análisis multicausal
La máxima sobre la que se mueve la lógica de Severo es la de “la historia de toda sociedad hasta nuestros días, es la historia de la lucha de clases” frase acuñada por Marx y Engels hacia finales del siglo XIX, lo que ha tenido muchas interpretaciones, pero para el caso de la obra que nos convoca, no era más que hacer la analogía de que los indios eran una clase social dominada frente a los criollos que eran los dominadores y para ello usaban a los ladinos, la religión y hasta los curas que servían a la explotación. Esta definición caía como anillo al dedo para los que necesitaban movilizar indígenas para la causa armada a mediados de los setenta y, a los universitarios de clases medias que se daban golpes de pecho en forma de auto inculparse de las desgracias de los campesinos indígenas y se sumaban a la lucha como “aliados de clase” o mejor dicho como “intelectuales orgánicos” libres de los atavíos pequeño burgueses que los separaban de la clase social que era la vanguardia de la revolución.
Ignoro si Severo pensó en su obra como esto, la Biblia de los olvidados de la tierra, los que reclamaban lo suyo que había sido despojado por criollos y sus sirvientes. Mi interpretación, sobre todo leyendo el último capítulo del mencionado libro, no era que “los pueblos” reclamasen lo suyo, más bien la idea era en el viejo razonamiento estatista que la revolución se hiciese de los medios de producción y lo repartiese para el uso no para la propiedad como era la máxima de todas las reformas agrarias, pero del más puro estalinismo al etnicismo en el nuevo siglo la idea de reivindicar a Severo va más por la lectura de lo que podríamos enmarcar en la leyenda negra de la conquista con la cual, Ojo: ni siquiera el autor estaba de acuerdo. Afortunadamente él si había tenido a la vista los archivos de Indias y se dio cuenta de los disparates de la narrativa liberal decimonónica que luego los marxistas heredan y dan una versión 2.0 como fue el caso del joven Guzmán Bockler al cual nos referiremos más adelante.
El economicismo marxista de manual divide la sociedad entre infraestructura y superestructura. Siendo nuestro historiador en cuestión un marxista de pura cepa, dispuso los datos de esa forma. Es por eso que la historia que el presente, es la historia de la explotación, vaya, del despojo de la plusvalía, y luego ubica a los ladinos como clases intermedias, los servidores de los explotadores, el «negro de casa» como lo decía Malcom X y como algunas mentes limitadas del etnicismo hoy repiten. Es más, el ladino o capa media es ubicado como un estanco dentro de una estructura monolítica, no como un proceso de cambio o de movilidad social. Por supuesto que él no puede asegurar esto, que permitiría observar a la colonia como una sociedad dinámica y eso no sirve a la narrativa. Era mejor dar la impresión de que había suficientes españoles en el poder en todo el país lo cual era imposible, pero reconocerlo no servía al discurso.
Esta obra, que fue convertida en forma artificial en la obra por excelencia de lo sancarlista, abrió las puertas para que ingresaran otras igual de reduccionistas y manipuladoras. Empecemos por Las Venas Abiertas de América Latina del periodista: así como lo leen, el periodista uruguayo Eduardo Galeano y Los conceptos elementales del materialismo histórico, de la también periodista chilena Martha Harnecker (viuda del temido comandante cubano Manuel Piñero, fundador de la inteligencia y sistema de seguridad del estado cubano).
Ambas obras reafirmaban dos aspectos que alimentaron la formación universitaria durante los años más sensibles del enfrentamiento armado: el marxismo y la militancia. Por si fuera poco, todo pagado con impuestos. Así como lo ven, el marxismo universitario era subsidiado y por mucho que estos hayan criticado o incluso intentar destruir al Estado mismo, este no dejó de darles las asignaciones para que en las aulas se formaran militantes.
La obra de Marta Harnecker llevó al subempleo o hasta al mismo desempleo a millares de profesionales que, cuando enfrentaban el mercado laboral, lo único que podían repetir eran las categorías del marxismo, el cálculo de la plusvalía, la estructura económica, la base y la superestructura y sobre todo, el papel de la ideología. Debo imaginar como salían formados los economistas, administradores de empresas, ingenieros, agrónomos y abogados de esas épocas.
Pero el caso de Galeano fue el peor, no solo porque el mismo en el año 2014 durante la feria del libro en Brasilia renegó de su propia obra [4], claro está, todos aquellos que usaron este libro como referencia de la historia hispanoamericana no podían retroceder en el tiempo. Los contenidos del adoctrinamiento ya se habían impartido, y los pocos o muchos que usaron esto para reafirmar su militancia que luego terminó con su propia muerte o la muerte de otros era algo pasado. Esto me lleva al papel que jugó la Patria del Criollo como catalizador de la militancia, y ojo, los que siguen usando esto como herramienta de deformación afirman que “la verdad es la que mueve a los revolucionarios”, por lo que separan al autor de los hechos de sangre que derivan del mismo adoctrinamiento. El problema es que la obra no fue ideada como manual de formación sino como un estudio para analizar el sistema colonial, que luego la estupidez o mejor dicho el fanatismo lo apartó de la academia. Esos intelectuales pagados con impuestos necesitaban razones dichas, no argumentadas, con lenguaje aparentemente objetivo. Es así como Severo se toma de la mano con Galeano y Harnecker e inician su largo recorrido en las aulas universitarias.
La historiografía con propuesta sociológica que no gustó al integrismo étnico
Siempre lo he dicho y reitero, una de las grandes virtudes que al mismo tiempo es defecto de la obra culmen de Severo, fue el haber realizado una interpretación socio antropológica final, algo que no acostumbraban los historiadores porque el tema de los traslapes del tiempo histórico con la interpretación del ahora suele ser un terreno fangoso en tanto que el historiador, por ilustrado que sea, no tiene a su disposición todos los elementos que pueden conformar la realidad actual por lo que tendería a ser especulativo, pero La Patria del Criollo se pensó como un texto propositivo, el marxismo es por definición proselitista, convoca a la militancia y claro, un texto inocuo no sirve de mucho para eso.
Es por ello que en esa propuesta final la idea era llamar a la acción a partir de la interpretación de la realidad actual[5] y el autor, incluso llega a afirmar que el indio, para que deje de ser indio, tiene que dejar su ser colonial atrás. Esto, al parecer no gusta al etnicismo progresista actual y antes que cuestionarlo, hace de caso y cuenta que no lo dijo. Después de todo es mas importante la explicación de la existencia de las capas medias, las reducciones y los repartimientos. Por cierto, al autor se le escapó el detalle de que muchos de aquellos repartimientos se distribuyeron a la nobleza indígena que había colaborado con la empresa de conquista y que no toda la evangelización se produjo como una imposición, lo cual a la larga sería también una empresa sin sentido. No hace la conexión pero reconoce que el embrión del colonialismo que tienen los indios de la actualidad está en el cristianismo. Un cristianismo que convenientemente no menciona, y salvó la vida de cientos de miles de indígenas que no fueron sacrificados a las deidades prehispánicas.
No se puede creer que un historiador de la altura de Severo ignorase esos detalles, pero como hemos dicho antes, su militancia le ganó. El Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) a finales de la década de los sesenta era ya una estructura clandestina que estaba cooptando la USAC, como pasó en todo el continente con otros tantos partidos comunistas. Dicha cooptación tenía como propósito no solo dominar la narrativa y los procesos formativos, sino también ubicar a todas las estructuras docentes, administrativas y estudiantiles. Hacer de la universidad estatal una plataforma política, Severo por lo tanto fue parte de aquel proyecto, vuelvo y repito. Para fortuna de la academia al menos el aportó un estudio, un aporte bibliográfico con extensas citas y referencias. Cientos de otros docentes lo único que hicieron fue usarlo como fuente única para sus clases de adoctrinamiento. Contradictoriamente, esto no despertó el potencial investigativo en el campo de la historia. Eso sí, se utilizó para justificar decenas de miles de tesis de grado y es que no podía haber referencia a la historia de Guatemala sin mencionar La Patria del Criollo.
Una vez se entregó el premio Nobel de la Paz (1992) a un personaje anodino de origen guatemalteco, Rigoberta Menchú Tum. Se levanta de entre los muertos o los cancelados, el abogado y sociólogo Carlos Guzman Bockler quien con un libro, que compilaba ensayos de él y un colega francés, casi 20 años atrás había motivado un debate entre marxistas. Aquel joven docente que en nada se parecía al longevo intelectual que el etnicismo trajo a la palestra, seguía afirmando que la sociedad guatemalteca había surgido de la barbarie colonial, y que todo se tenía que leer en clave de lucha de clases, pero la diferencia con su antítesis economicista (Severo), es que Guzmán Bocker era culturalista, o sea, planteaba que las clases dominantes eran ladinas y que además de ser explotadores eran racistas. Así es, el indio era el proletario, mientras el ladino y criollo los explotadores, por lo que el grito de “proletarios de todos los países uníos” podría entenderse en la nueva época como “indígenas de todos los países uníos” (hoy sería: “pueblos ancestrales de todos los territorios uníos”)
Las corrientes severianas de pensamiento se impusieron, con bastante apoyo económico del PGT que salía del presupuesto de la USAC, y el libro se imprimió por millares, junto con tres de sus ensayos: Algo sobre Repartimientos, Racismo y análisis histórico en la definición del indio guatemalteco y La política agraria colonial y los orígenes del latifundismo en Guatemala. Estos tres trabajos se impusieron en todos los ámbitos, por lo que las elucubraciones de Guzmán Bockler, adelantado a su época, se vieron aplastadas. Como decía antes, esto duro al menos 20 años, hasta que el mismo fenómeno surge entre los intelectuales indígenas, los que habían huido de las organizaciones satélite de URNG y habían montado sus propios negocios discursivos o mejor dicho Ongs. Interesante sería analizar si Severo fue partícipe de este destierro intelectual o a lo mejor su obra misma había adquirido una vida propia que el mismo no podía controlar. Para cuando decide salir al exilio en el año 79, su obra llevaba decenas de miles de reproducciones, su aporte había rendido frutos, cientos de estudiantes y sindicalistas habían sido incorporados a las organizaciones amplias de masas de los grupos guerrilleros y, los que no habían trascendido al plano de la acción, los aplaudían con entusiasmo.
Conclusiones para un epitafio
Seremos enfáticos. Como parte del proceso formativo integral es bueno, sano, y recomendable el disponer de diversas fuentes de pensamiento. Vaya, este es el principio básico de la universalidad que deben promover todas las universidades en el mundo. Solo así tiene sentido el seguir leyendo a Severo Martínez. Pero el ver la historia y la realidad actual a través solamente de su obra es un error que raya en la más execrable ignorancia y manipulación, de ahí mi propuesta de dejarlo morir como referencia única, como discurso y como horizonte explicativo sin mácula.
Quienes hoy, siguen sacando y sacando compilaciones de análisis de su obra para mostrar la validez actual de sus observaciones, no solo acuden a la nostalgia de la tercera edad, sino muestran la tozudez de mantener cooptadas la academia para sus propios delirios intelectuales, anclarse en el pasado idealizado cuando la universidad era la universidad o mejor dicho cuando esta esta era el refugio de quienes propagaban la destrucción del Estado para imponer su propia versión del mismo. Eso sí, con fondos públicos suficientes para hacerlo.
Es hora de dejar a un lado la larga noche del adoctrinamiento, y para ello es tiempo de que aquella obra pase al plano de una referencia y nada más. Dejar descansar la memoria del historiador quien, en su vida, espero que como buen académico, haya sido, hubiera estado más de acuerdo con que su obra se utilizase para discusiones y no para erigir una nueva religión.
[1] La acreditación de los títulos llevaría mucho tiempo, es obvio que al no tenerlos Don Severo era más reconocido por la calidad de sus disertaciones y la intención política de las mismas a un inicio.
[2] Miguel Ángel Asturias muere en 1974 en Madrid y luego es enterrado en Paris, curiosamente luego de haber servido por años como diplomático guatemalteco en el servicio exterior y luego de que su obra se alimentara por la cultura guatemalteca decide en vida que sus restos mortales descansarían lejos de la tierra que lo vio nacer, cuesta entender este auto exilio luego de haber sido funcionario y que al final fue gracias al dinero público que puedo concretar su fenomenal obra, bueno, hasta que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1967 cuando finalmente pudo volar con alas propias.
[3] Con todo y la manipulación discursiva de los departamentos de investigaciones de la Escuela de Historia, CIESAS en México, la facultad de ciencias sociales de la Universidad del Valle de Guatemala y el entonces Instituto de Estudios Interetnicos de la USAC IDEI (hoy IDEIPI o instituto de estudios interétnicos y de los pueblos indígenas de Guatemala lo que de entrada denota una intencionalidad más política que académica) abrieron la website https://antropologiadeguatemala.tumblr.com/autores donde se encuentran escaneadas parte de la bibliografía del Seminario de Integración Social y del Instituto Indigenista de Guatemala, donde se podrá encontrar parte del legado investigativo en el campo de las ciencias sociales antes de 1970
[4] https://www.infobae.com/2015/04/13/1721977-el-dia-que-eduardo-galeano-renego-las-venas-abiertas-america-latina/
[5] La realidad de finales de la década de los sesenta.