Walter Peter Brenner, pasión por la escultura
Por Luis Maldonado de la Cerda
“El Romanticismo Heroico en la Escultura”, charla impartida en la Escuela Municipal de Escultura el viernes 15 de noviembre a partir de las diez horas, por el artista Walter Peter Brenner. La plática fue dirigida principalmente a estudiantes de escultura; pero, desde luego, a público interesado en las artes, logrando que su exposición fuera equilibrada y amena, con excelentes resultados.
Indicó cómo fue llegando a lo que actualmente se dedica: hijo del artista Walter Peter Koller dedicado a la pintura entre otras virtudes, quien llegó a sobresalir y gozar de la amistad de grandes exponentes de la plástica guatemalteca. Esto hizo que aquél hijo inquieto y observador, también, no sólo se iniciara en la pintura, sino que se relacionara con artistas amigos de su padre, logrando amplia libertad de aprender, admirar, criticar desde el respeto, crear y crecer en ese mundo maravilloso.
No obstante que hasta entonces pensaba que su vocación podría encaminarse en el mundo de la naturaleza y de los animales. Su formación lo llevó a estudiar arquitectura como profesión, que le abrió las puertas para seguir su búsqueda del camino: los tres elementos fundamentales: la Filosofía, la Historia, la Semiótica; para idear, experimentar y realizar su creación, la escultura, que al concluirla surge la esplendorosa felicidad.
Desde el principio de tan interesante semblanza personal motivacional, comenzó a introducir proyecciones sobre su enorme e increíble portafolio escultórico, indicando, en cada caso, el nombre de la obra, tamaño, material utilizado, lugar donde ha quedado ubicada su obra, la inspiración, motivo y objeto de la misma, así como anécdotas interesantes de cada momento. Mi amistad con la familia Peter, cultivada por muchísimos años, me ha dado la oportunidad de dar seguimiento a los pasos y triunfos del ya famoso escultor guatemalteco.
Entre las obras que llenan tanto mi espíritu está la escultura del Gigante de Cayalá y enfrente a pocos pasos, la escultura de los Niños (obras que, en su conjunto, hacen que nazcan en los observadores las sensaciones más bellas, las cuales pueden complementarse con la historia, escrita por el mismo creador, que se convierte en un maravilloso sueño infantil); y, por la otra parte, Sofía o la diosa de la Sabiduría, escultura ubicada en una oficina del Congreso de la República de Guatemala.
Esta última escultura, con autorización de su autor, ilustra la carátula del libro “La Voz de la Mujer y El Ideal (Periódicos Precursores de la Prensa Femenina en Centroamérica)” que me permití editar en honor a la Ilustre Vicenta Laparra de la Cerda.