La praxeología y el problema del análisis empírico y la formalización matemática en el análisis de los fenómenos sociales
Martín Cabrera
Todo ser humano actúa. Denominamos al actuar del ser humano acción humana. La acción humana es una conducta consciente. Es la movilización consciente de medios por parte de un individuo que pretende alcanzar un determinado fin u objetivo. Toda acción humana es racional, en el sentido de que el actor tiene conocimiento de la causalidad entre sus acciones y un cambio en su entorno, y consecuentemente elige medios para alcanzar sus fines, fines que aspiran siempre a alcanzar un mayor bienestar que sentía el actor previamente a actuar. El bienestar es un concepto totalmente subjetivo, puesto que el qué aporta bienestar lo determina cada actor, y no puede ser enjuiciado por un actor externo. Esto diferencia a la acción humana del instinto o la reacción animal, la capacidad de racionalmente reprimir estos instintos y emociones, y por consecuencia, dejarse llevar por estos es también una acción racional. Abstenerse de actuar también es acción, puesto que es un medio elegido para obtener un fin. La acción humana es un presupuesto irreductible. Es inherente a todo ser humano. La acción humana también ocurre en el tiempo: el ser humano no es capaz de concebir, con su estructura lógica, un mundo sin tiempo, y todas sus acciones se realizan en una sucesión temporal. Todos los fenómenos sociales se pueden retrotraer a la acción humana individual (individualismo metodológico). Esta es la causa última de todos los fenómenos sociales, y como tal constituye el axioma apodíctico del que parte la investigación praxeológica. El axioma demás no se puede negar sin caer en contradicción: negarlo es actuar.
La praxeología es la ciencia que estudia, de forma apriorística y deductiva, las implicaciones formales del concepto de acción. Siendo posible retrotraer todos los fenómenos sociales a la acción humana, es posible estudiar, de forma apriorística y deductiva, todas las consecuencias lógicas del presupuesto de acción. La praxeología pretende ser objetiva: no enjuicia los fines elegidos por los actores, sino que simplemente analiza si los medios elegidos para obtener determinados fines son o no los más adecuados. No sé interesa en por qué un individuo elige determinados fines, lo que la diferencia de la psicología, ni emite un juicio de valor sobre estos, diferenciándola de la ética. Se encarga de estudiar las implicaciones y consecuencias del hecho de que el ser humano actúe.
Los teoremas elaborados por el recto razonamiento praxeológico son apodícticos, y universalmente válidos siempre que se den los presupuestos necesarios, tal cual lo son los teoremas matemáticos. Al igual que todo teorema matemático viene implícito en los axiomas matemáticos, y la formalización de dichos teoremas solo consiste en sacar a relucir dichos teoremas ya implícitos en los axiomas, la elaboración de los teoremas praxeológicos consiste en sacar a relucir los teoremas ya implícitos en el axioma de acción. Tal como el teorema de Pitágoras viene ya implícito en los axiomas geométricos y es apodíctico, el teorema de la imposibilidad del socialismo viene implícito en el axioma de acción, es apodíctico, y la labor de la praxeología consiste en sacar el teorema a relucir.
Esto contrasta con el método empírico típico de las ciencias naturales, como la física, la química o la biología. Este método empírico es un problema cuando se trata de analizar fenómenos sociales. La sociedad es un orden mucho más complejo que los que estudia la física, química, biología o las ciencias aplicadas. Es incluso el orden más complejo del universo. Los datos empíricos en materia de ciencias sociales no son más que historia. Hechos sobre algo que ocurrió en un determinado lugar y momento. Estos hechos históricos dan pie a múltiples interpretaciones. Siendo fenómenos extremadamente complejos, las causas y efectos de cada fenómeno en particular puede ser objeto de múltiples interpretaciones, y como tal no pueden dar lugar a la formulación de un teorema. El método empírico es válido para las ciencias naturales porque estudian objetos, observables. La ciencia económica sin embargo estudia ideas, no observables, solo interpretables, y además, mucho del conocimiento importante para la economía es conocimiento práctico, tácito, no articulable, esparcido entre todos los seres humanos (lo que Hayek denomina “división del conocimiento”: en la sociedad es posible aprovecharse del conocimiento de los demás, a pesar de no tener ese conocimiento uno mismo). Los hechos históricos en sí mismos no son más que datos, y deben ser comprendidos, comprensión que solo se puede alcanzar a través de una teoría formulada de forma apriorística. El axioma de acción ya es un conocimiento teórico en sí mismo, y permite interpretar hechos que a su vez se trasladan a la teoría que permite formular teorías más complejas para así comprender más hechos aún, que dan pie a nuevos análisis teóricos, y así sucesivamente. Por ejemplo, el axioma de acción permite comprender la utilidad marginal para un individuo aislado, lo que a su vez permite comprender el fenómeno de intercambio en grupo, o que a su vez permite comprender el fenómeno del dinero, que a su vez permite comprender los ciclos económicos, y así sucesivamente. En el mundo real son múltiples las fuerzas que influyen en cada momento, y por tanto se pueden anular al ejercer fuerzas iguales en sentido opuesto o una de las dos ejerciendo más fuerza que la otra. Esto también imposibilita la formulación de teoremas consistentes. Dichos datos deben ser analizados con la teoría formulada de forma apriorística para así sacar las conclusiones correspondientes.
El análisis matemático de los fenómenos sociales también representa un problema. La conducta humana no se puede formalizar matemáticamente. Las matemáticas describen relaciones constantes e inmediatas. La acción humana es producto cientos de juicios subjetivos y de conocimiento tácito y no formalizable (conocimiento empresarial). Este conocimiento además varía, se transmite y se crea constantemente. La matemática además cae en el error de derivar en razonamientos circulares, debido a que hay procedimientos que tienen sentido matemático, pero no económico. Las relaciones funcionales son la relación matemática entre un conjunto de partida y un conjunto de imagen, que no tienen una relación temporal (una no sucede a la otra), y son mutuamente determinantes (f(x) = y; g(y) = x). Esto aplicado a la economía no tiene sentido. ¿demanda = f(precio) <=> precio = g(demanda)? Matemáticamente, el razonamiento es correcto, pero en ciencia económica, no tiene sentido. y es causa de x, pero x no es causa de y. La acción es un fenómeno real, no abstracto, y sucede en el tiempo. Las relaciones económicas no son ni mutuamente determinantes ni constantes. La formalización matemática presupone además elementos dados y se ve obligada a espacializar conceptos subjetivos que analiza la praxeología como el tiempo, en su sentido praxeológico y no su sentido «natural» (por crear y no por venir). Los elementos no están dados y todo este conocimiento empresarial no puede ser formalizado en forma de fórmulas matemáticas. Los análisis matemáticos de la economía son a toda luz incompletos o falsos. En palabras de Murray N. Rothbard, la matemática en la economía puede, en el mejor de los casos, volver a explicar lo que ya se dedujo verbalmente, pero esto violaría el principio de la navaja de Ockham.
Con todo lo expuesto anteriormente, se puede llegar a la conclusión de que la praxeología es el único método adecuado para el análisis de los fenómenos sociales, y que además los teoremas praxeológicos formulados de forma apriorística son apodícticos, válidos en todo momento y lugar siempre y cuando esté presente el ser humano tal como existe, con sus categorías mentales inherentes a la especie homo sapiens. Llamamos cataláctica a la teoría del mercado basada en la praxeología. La teoría cataláctica no es refutable empíricamente. Solo puede demostrarse la falsedad de un teorema cataláctico si se demuestra un error en el razonamiento praxeológico que llevó a la formulación de esta teoría.
Bibliografía:
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Hoppe, Hans-Hermann (1989). In Defense of Extreme Rationalism.
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Mises, Ludwig von (1933). Problemas Epistemológicos de la Economía.
Mises, Ludwig von (1949). La Acción Humana.
Mises, Ludwig von (1957). Teoría e Historia.
Mises, Ludwig von (1962). Los Fundamentos Últimos de la Ciencia Económica.
Rothbard, Murray Newton (1957). In Defense of Extreme Apriorism.