La falta de conocimiento del realismo en el juego de la política internacional
Mario Eduardo Arévalo Contreras
Ciertamente, todo aquel que tenga acceso a noticias de más allá de las fronteras guatemaltecas, estará enterado de lo que pasa en el mundo; conflictos bélicos, robo de la soberanía de pueblos (Venezuela), juegos de disuasión y las famosas «guerras comerciales». Asimismo, cuando se habla de política, se imagina que hay un bando «bueno» y uno «malo», como si de una película se tratase. Es aquí en donde hay que hacer una distinción. De esta forma, en este artículo se darán a conocer los conceptos clave para entender el juego político con definiciones prácticas y digeribles para la gran mayoría. Además, se proporcionarán ejemplos para que el lector, con base a lo leído, pueda aplicar lo aprendido en su vida cotidiana.
Sobre las corrientes
En el juego de poderes internacional existen dos corrientes de pensamiento, el realismo y el idealismo. Las presentes cuentan con dos aliados, el poder suave y el poder duro. Por un lado, se tiene al realismo. Este busca el bien mayor para el Estado, la mantención del poder y el incremento de este, es decir, es preferible actuar por medios «cuestionables» si estos derivan en un bien mayor o en un bien para aquellos que tengan la opción de elegir. Ahora bien, el realismo no es igual a moral. Esto se ha visto en diferentes ocasiones a lo largo de la historia, pero se pueden tomar como referencia un acontecimiento claves de la actualidad; las elecciones del 28 de julio del 2024 de Venezuela (se abordará más adelante).
Por otro lado, tenemos al idealismo. Este es, en palabras prácticas, lo que se desearía que sucediese; lo que idealmente pasaría si el incumplimiento de la norma «A» conllevase a una consecuencia «B» haciendo que un ente «C» coaccione en contra del que incumpla con la norma «A». Lamentablemente, en el mundo real esto no es así, o al menos no en todos los casos en los que es deseable que suceda, o los modos en que se quisiese.
El sistema internacional «intenta» formar una convivencia ideal mediante la creación de pactos, tratados, leyes, organismos y demás medios para alcanzar el fin último (que para muchos es la paz y felicidad, pero como se habla de Estados, es el poder), sin embargo, estos ideales son solo senderos por los que se quisiera caminar, pero en la realidad, pareciera que se va al lado del camino y no dentro de él. En las cartas de las naciones unidas, (capitulo 1, artículo 2, punto 7) se expone el principio de «no intervención».
En este se dice que «ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados». En el mundo real, y no teórico ¿ha habido un caso en el que este principio se viole? Claro que lo ha hecho, y sucedió dentro de nuestras fronteras (Guatemala).
En el periodo de la guerra fría, y con el creciente peligro de la corriente de izquierda en aumento en tierras guatemaltecas, la potencia mundial más grande, Estados Unidos, colocó líderes para que estos movimientos, impulsados por los soviéticos, fuesen contrarrestados. Ahora bien, el mandato de estos «líderes» políticos diezmó a gran parte de la población y afectó a comunidades sensibles. Teniendo esto en cuenta, ¿fue culpa del Estado guatemalteco lo que sucedió? Eso ya irá direccionado con el pensamiento de cada lector, sin embargo, es innegable que, en Guatemala, hubo intervención y, de cierto modo, se le obligó a participar en un conflicto en el que no tenía maracas o tambor.
Dicho esto, se deben agregar las campañas ideológicas/propagandísticas del momento. Estas hacían que las personas se sintieran identificadas con el grupo «A» o «B», pero era inaceptable que fuese «A=B», haciendo que los del conjunto «A» vayan en contra del grupo «B». A esto se le llama «poder suave». Consiste, en términos generales, en librar una batalla de manera indirecta; inmiscuir una ideología para formar divisiones. Si hay dudas de la veracidad de esto, ¿ya pensó a dónde quiere ir de vacaciones? Si tiene definido a dónde quiere viajar, ¿ese lugar lo vio en una película, o en una revista? Y habiendo contestado esto, pregúntese, ¿en qué país fue grabado/escrito o inspirado lo que vio? Sin lugar a duda, empezará a percibir mensajes en donde no los veía antes. La libertad de pensamiento y acción se ven manipuladas; la elección de seguir dejando que esto ocurra está en el individuo.
La realidad contra la ficción
Tomando en consideración los ejemplos propuestos anteriormente, se puede tomar el caso de las últimas elecciones de Venezuela, llevadas a cabo el 28 de julio del año actual [2024]. En este caso, el pueblo venezolano tomó una decisión mediante medios democráticos legítimos. Los resultados fueron claros, ya no se quería que el legislador del momento (Nicolás Maduro) siguiera en labores, pues no se consideraba que sus actos representaran la voluntad general del pueblo. No obstante, ante la admiración de todo el pueblo venezolano, y del foco internacional, Nicolas Maduro, quedó reelecto. Dependiendo de a quién se le pregunte se obtiene una respuesta. Si se pregunta a la oposición y al público internacional general, a Nicolás Maduro se le considera como un dictador y, con este nuevo acto, como un fraude por irregularidades en las votaciones. Cuando se pregunta a sus simpatizantes, es visto como un salvador; un líder ideal que «defiende a su patria del imperialismo».
Ahora bien, poniendo todos los factores sobre la mesa, ¿por qué se creía que, si en el pasado no se respetaron las elecciones, esta vez sí se lograría llevar una democracia ideal? La respuesta no es sencilla. En primer lugar, hay que dejar en claro que, lo que la mayoría de los venezolanos eligió al momento de las votaciones, fue el nombre de Edmundo Gonzales Urrutia. No obstante, el régimen no se dejaría quitar el cetro de poder fácilmente. Y es aquí en donde la comunidad internacional empezó a protestar, a reclamar justicia para el pueblo de Venezuela.
Bajo la corriente de pensamiento del realismo, estaba más que claro que nada cambiaría. Si se analizan por unos instantes las acciones del régimen, se podrá notar con facilidad que solo fue una estrategia para mantener a la población viva y creyendo en algo que desean; una «democracia funcional». Esto con el fin de mantener a la población arraigada a uno de los sedantes más sutiles pero mortales de todos los tiempos, las emociones. Ahora bien, ¿cuál fue la reacción del mundo, de los organismos internacionales; la ONU? ¿Actuaron? Para no darle vueltas al asunto, no. Lo que muchos países hicieron fue salir a los medios de comunicación y decir que «la nación de (nombre de nación) desaprobaba los actos en contra de la democracia realizados por el régimen dictatorial de Nicolas Maduro». ¿Esto causó algún cambio? No, en absoluto, pues no es más que un ideal. Aunque es cierto, hubo protestas y demás intentos de sublevación por parte del pueblo venezolano, sin embargo, el régimen las reprimió por la fuerza. Esto llevó a que las personas dijesen “¡que alguien haga algo!, ¡¿por qué la ONU no hace nada?!”. Es simple, porque no representa ganancia alguna para nadie; ese es el mundo real. Además, se dejó en claro en las cartas que no se podía intervenir en los asuntos que están dentro de la “jurisdicción interna de los Estados”. Es en este punto en donde el choque entre el idealismo y el realismo ocurre, en este caso, derivando en el uso del poder duro por parte del régimen; reprimiendo a la oposición. Este poder, como se pudo ver anteriormente, no busca moral o ética, quiere resultados reales y útiles.
En conclusión, el mundo está lleno de sesgos por doquier, sin embargo, en lo que respecta al análisis del panorama internacional, es esencial tener estos cuatro principios en mente; realismo, idealismo, poder suave y poder duro. Con estos se puede tener una mejor lectura de lo que pasa alrededor, es decir, ir más allá de lo que la gran mayoría de las personas ve. Ahora, cuando quiera comprar ropa, comida, viajes, propiedades, muebles, libros, y demás, pregúntese, ¿quién quiere que yo necesite de esto? Y, cuando vea las noticias, indague y repita dentro de sí, ¿quién me proporciona en realidad esta información? ¿por qué quieren que vea a unos como bueno y a otros como malos?
Bajo sus nuevos criterios, analice lo que ve, ya que esto le produce pensamientos que le llevan a sentir emociones, y las emociones, mueven personas, comunidades y regiones enteras hacía un rumbo que no es el que desean como conjunto social.