¿Violación a la soberanía mexicana? Si, pero….
Por Julio Abdel Aziz Valdez
Enfática es la respuesta a la pregunta, si es una violación a la soberanía el hecho de que las fuerzas de seguridad de un país irrumpan en la embajada de otro país en suelo nacional. Creo que poco hay que discutir al respecto en términos jurídicos. Algunos internautas locales, mostrando la manipulación de los hechos, compararon le entrada de las fuerzas de seguridad de Ecuador a la embajada mexicana para capturar al señalado de corrupción Jorge Glas, con la irrupción de la policía nacional a la embajada española en 1980 en Guatemala para desalojar a secuestradores que habían capturado a personal de esa sede diplomática y a personas que la visitaban y que luego terminó con la autoinmolación y asesinato de los secuestrados.
Y sí, es el mismo principio: fuerzas de seguridad irrumpiendo en una sede sin que haya de por medio la solicitud de la sede para que esto suceda. Sin embargo, es necesario hacer memoria de la nefasta política exterior mexicana que ha utilizado el derecho internacional para intervenir en la política interna de otras naciones.
Empecemos por el asilo que le dieron al golpista presidente de Perú, Pedro Castillo, cuyos actos delictivos quedaron completamente al descubierto cuando intentó destruir el orden constitucional. Unos pocos simpatizantes y yendo contra toda lógica, se animaban a defenderlo, y aun así por cuestiones netamente ideológicas, el gobierno de México accedió a darle asilo político. Es necesario en este punto recordar que el asilo político, a ver… es una forma de protección que se le proporciona a una persona que demuestra que es perseguido penalmente por su país de origen, por razones políticas o sea, que no encuentran asidero realmente jurídico.
Pero ojo, una sede diplomática no necesariamente está obligada a acoger a alguien que lo solicite, y esto es muy importante de recalcar, es por eso que los supuestos perseguidos políticos saben elegir muy bien a dónde van a pedir asilo, obviamente lo van a hacer donde tengan mucha oportunidad de que se les conceda, es el caso del señor Glas. El gobierno ecuatoriano sabía que México iba a proporcionar las mismas razones que con políticos de la región y eso al final iba a ser una evasión de la justicia.
México, que es el país mas poblado de toda la región hispanoparlante y cuyo peso político es innegable, ha sido influido por una política exterior, que, aunque digan lo contrario, es muy cercana a la izquierda mundial, ha permitido que miles de activistas militantes hayan usado su nación como lugar de descanso. Pero en este tiempo a diferencia de antes, cuando en los países de la región prevalecían las dictaduras y dar asilo era la diferencia muchas veces entra la vida y la muerte. Hoy no. La actitud de México es claramente injerencista, porque al tomar esta figura jurídica, lo que prevalece es la empatía ideológica.
Para graficar aún más este hecho desde la historia, recordemos el triste papel que tuvo la diplomacia mexicana cuando en los peores años de los conflictos armados en Centroamérica, poco o nada hicieron porque su suelo patrio fuera usado por grupos guerrilleros de toda la región para bases de descanso, logística militar o hasta para que se usara para ampliar sus bases de apoyo, el ejemplo de esto fue la forma como le concedieron la ciudadanía al ahora preso Cesar Montes quien no solo cometió delitos graves durante el conflicto sino después de este y, aun así, el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador lo defendió cuando fue apresado aquí en Guatemala, debo imaginar que el criminal no tuvo a lucidez para llegar a la embajada mexicana porque de haber sido así, ahora sería otro flamante asilado.
En este lamentable hecho es necesario puntualizar, el pueblo de México no es victima y el Estado de Ecuador no es el victimario, los responsables son el Estado de México y su diplomacia, tal vez se puede objetar la forma, pero el Estado de Ecuador ha sentado el precedente que el delincuente no puede ser considerado como perseguido político.