Panorama político
Crnel. Cecilio Peláez
Esperar que finalicen cuatro años de un periodo presidencial, con la esperanza de un cambio en la dirección del gobierno, ha mantenido y mantiene a la población sumida en la indiferencia. A tal grado, que las constantes muestras de desconocimiento de la realidad geográfica, politica y económica del país que el señor Arévalo hace públicas, ya no causan desasosiego en los guatemaltecos.
Como también permanecemos indiferentes ante las constantes muestras de irresponsabilidad de los diputados abusivos, charlatanes, incompetentes y corruptos que en lugar de asistir a sesiones para conocer la enorme deuda legislativa para con el país, recorren la geografía distrital en plena practica campaña anticipada.
Pocos se dan cuenta del grado de peligrosidad que significa para Guatemala la potencial participación de demagogos, maestros en la manipulación y la mentira, que ofrecen, en una parodia circense, espectáculos, más que proyectos serios que puedan encaminar a nuestra patria hacia un desarrollo pleno, en que la búsqueda del bien común sea el norte.
Un verdadero maleante, manipulador de la conciencia ciudadana ha llegado al grado de ofrecer sacar a patadas a la fiscal general y magistrados de las Cortes y fusilar ciudadanos sin juicio previo, eso le abre las puertas a la popularidad.
Otro, con pleno desconocimiento de nuestras leyes y organización gubernamental se ofrece como sabelotodo, piloto, ganadero, transportista y empresario súper exitoso y eso también le abre las puertas a la popularidad.
Es decir, en este país hay que disfrazarse de lo que sea, para llegar a los electores que al final no buscan quien resuelva y gobierne sino un personaje inescrupuloso, tipo Alfonso Portillo, que no tenga vergüenza al declarar que en campaña política se vale mentir.
Los más de treinta potenciales aspirantes a la presidencia, incluido el presidente del Legislativo que morral cruzado hace proselitismo, no son una probable solución, son una verdadera amenaza cuya retaguardia política está formada por una inmensa masa de rufianes que desean el poder que otorga una curul con un sueldo exorbitante ante la realidad económica nacional, más las obras que en pago a sus votos otorga el ejecutivo con la clara intención de construir en 20 lo que vale 5.
Todo este espectro político que continúa y continuará siendo una maquinaria de destrucción, empobrecimiento y corrupción, se puede cambiar mediante la estructuración de una ley Electoral y de Partidos Políticos nueva, en la que se elimine el voto por planillas para volverlo por persona, se elimine el Listado nacional que obliga a votar por desconocidos que no representan a nadie, se obligue a los diputados electos a, que al tomar posesión, se organicen en bancadas distritales y no de partido para que velen por el engrandecimiento de su distrito y no por el enriquecimiento del partido al que se afiliaron, más otros pocos cambios necesarios.
Claro que eso, muy difícilmente lo prometerá un político, menos hacerlo. Dejando la necesidad de cambio en manos de una población que pueda renacer y organizarse para defenestrar la actual clase política cuya supervivencia ya fue fumigada el 23 de marzo 82 y en nuevo intento el 25 de mayo del 93, pero se niega a morir, renace de sus cenizas.