Vergüenza
Hoy la ciudadanía presenció una lamentable conferencia de prensa, donde el ministro de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (MICIVI), Félix Alvarado, respondió titubeante y tartamudo, a las preguntas que le hicieron los periodistas.
La indecisión del médico no es para menos. Docenas de gremiales de transporte accedieron a participar en una mesa de trabajo para solucionar la problemática, que se gestó durante décadas de incuria, lo que no exime a las actuales autoridades.
Lamentable fue el anuncio de reapertura, hecho por Alvarado en sus redes con un lacónico «se hizo», para horas más tarde reconocer el tremendo fracaso, luego de una lluvia nocturna, no más intensa que otras, pero providencial ya que probablemente, evitó accidentes y otros desastres.
Días antes, la policía había desalojado a un grupo de jubilados que protestaban en el puerto Santo Tomás de Castilla, exigiendo modernización de puertos. Es revelador que las autoridades guatemaltecas sí tienen capacidad para desalojar, aunque evitan hacerlo cuando los bloqueos son realizados por grupos criminales que usurpan propiedad privada o bien, cuando se trata de «aliados» como los 48 Cantones, que sumieron al país en una situación de caos y desgracia, pero son reconocidos por Bernardo Arévalo como «luchadores por la democracia».
En redes y grupos circula un escrito firmado por el ciudadano Cecilio Peláez, quien con mucho conocimiento y propiedad señala los principales aspectos de esta coyuntura que solo puede calificarse con la palabra Vergüenza. Acá, la síntesis de lo expuesto por el autor:
- El sistema de drenajes no recibió mantenimiento.
- El costo de la irresponsabilidad implicará efectos nefastos en el transporte y el mayor sector territorial que soporta la economía del país.
- No se puede argumentar falta de liquidez. Covial recibe un quetzal por cada galón de combustible gastado en Guatemala.
El contexto de este desastre, plantea Peláez, es la innecesaria emisión de Eurobonos, así como la «insensata e insistente solicitud del Ejecutivo para ampliar el presupuesto, cuando la ejecución es una de las más bajas en la historia».
Además: la etapa final de la investigación del MP sobre la inscripción anómala de Semilla y la etapa crítica en la elección de las Comisiones de Postulación a magistrados de la CSJ y Salas de Apelaciones. Esto, dice el autor, «bajo la intimidante presencia de la OEA».
Provocar el descontento del transporte, sería la chispa para justificar la aplicación de la Ley de Orden Público, concluye el ciudadano que escribió este análisis.
Como todo análisis, el argumento de Peláez puede acertar o no. Es posible que el gobierno logre desesperar a los transportistas y aplicando la Ley de Orden Público, constituirse en dictadura.
Pero pase lo que pase, aunque logren recomponer el enorme entuerto de la carretera, maquillar sus errores y remendar los descosidos múltiples, la única palabra que puede definir la situación de Guatemala en este momento es Vergüenza.