Un crimen sin castigo
Por Wilder Villeda
Mientras la mayoría de los crímenes sucede al frío de la noche, hay uno que, a plena luz del día y disfrazado de «política monetaria», no hace más que atacar a los más vulnerables.
Si acostumbra usted hacer su despensa, seguramente ha notado que los precios son cada día más altos. No es lo mismo ir al mercado con cien quetzales hoy, que haber ido hace diez años. ¿Por qué compramos mucho menos? Todo eso que usted dejó de comprar ahora está en los bolsillos de los burócratas del Gobierno. Está en manos de ladrones impunes.
No se asombre cuando estos mismos burócratas le propongan aumentar los salarios, a través de la legislación, para «solucionar el problema». Es tan absurdo como decir que pagarle más a una persona que es asaltada diariamente solucionará la situación. Lo lógico sería evitar que sea asaltada, lo lógico es evitar que inflen la moneda.
Una regla que parece de sentido común «no se gasta más de lo que se tiene de ingreso» ha sido ignorada año con año. ¿Cómo le iría a usted si gastara más de lo que gana? Esperar que el Gobierno modere su gasto es como pedirle a un cerdo que vuele, no está en su naturaleza. Su regla fundamental es: gastar tanto como sea posible. Cuanto más gasto, mayor corrupción. ¿Ve por qué no pueden dejar de gastar? Después de todo, es nuestro dinero.
No falta el que asegura que «es para fomentar el progreso«, vuelvo a preguntarle ¿podría usted progresar si gasta más de lo que le ingresa de salario? Como verá, Venezuela y Zimbabue no son potencias mundiales. Todo lo contrario, sus economías están devastadas. Si la inflación creara prosperidad, ¿se imagina cuán ricos serían estos países?
Es por esta razón que ya le endeudaron hasta a sus nietos ¡que aún no nacen! No le sorprenda cuando los del gobierno, en nombre del bienestar del pueblo, quieran quitar los candados que le impiden financiarse usando «la maquinita». Afortunadamente, hasta hoy, en Guatemala el Banguat no puede financiarlos directamente.
Evitar la inflación no solo es una cuestión de economía. Es, desde mi punto de vista, una cuestión moral. Imagine siempre haber ahorrado una parte de su ingreso y que, de un momento a otro, ese dinero no valga nada. El fruto de su trabajo, de toda una vida, fue saqueado. Aceptar la inflación como una herramienta de «política económica» es aceptar el robo y la injusticia. Desafortunadamente, estos actos son perpetuados por el propio sistema que debería proteger los derechos y la propiedad de todos.
¡Basta de este crimen sin castigo! La lucha contra el endeudamiento, el gasto desmesurado y la corrupción es, en esencia, una lucha por la dignidad humana. No podemos esperar a mañana, porque mañana será demasiado tarde. Cada quetzal malgastado por el Estado es una oportunidad robada, una esperanza que se desvanece. El verdadero progreso solo será posible cuando el fruto de nuestro trabajo deje de ser devorado por la incompetencia y la insaciable codicia de quienes nos han arrebatado nuestro futuro.