Vine a Guatemala y no podía creerlo
Por Mary Peralta
Hace varios años que no venía a Guatemala; mi país, mi primavera eterna. Sus aromas y sus paisajes, sobre todo su gente; que en unos días he saboreado con increíble deleite y podía entender con certeza en mi alma, las debidas razones de por qué extrañarla tanto.
(Todo esto, en la imaginación y una absoluta fantasía que le permite a mi corazón soñar).
He visto las calles un tanto deterioradas, bastante más en el interior de la República, donde el guatemalteco de a pie sigue esforzándose por alcanzar una prosperidad, imposible de llegar, donde las arterias de la comunicación tienen 500 años de esperar un momento que puedan avanzar hacia el desarrollo para poder poner sus productos a la venta en forma más accesible.
Casi todas las aldeas y caminos circundantes a los departamentos nunca han sido asfaltados, salvo que un funcionario público tenga necesidad de entrar a sus dominios bajo mayor comodidad.
(No se le olvide que todo esto es un sueño, una fantasía; que yo sinceramente espero no sea una realidad.)
No supe de avances en la educación. Hubo tiempo durante la Pandemia de hacer un remozamiento a las escuelas como una inversión sólida para cuando el tiempo volviera a su normalidad y poder tener incentivos para los niños y un protocolo ajustable a recuperar todo el tiempo perdido debido a la crisis de salud. Se habló durante esa época de construir hospitales, de estar mejor preparados para afrontar las debilidades que salieron a luz en este desgarramiento que vino sobre toda la humanidad, donde muchos perdieron sus negocios, hipotecaron sus casas para salvar sus vidas y perdieron seres queridos, porque nunca habíamos tenido algo semejante y creo sinceramente que ni los médicos estaban preparados y muchos de ellos también perdieron la vida. Pero no hay tales hospitales nuevos, ni creo que hubo mejoras en lo que a la salud del guatemalteco puede reflejarse, más que el incremento bastante fuerte del precio de las medicinas.
Estuve tantos años fuera del país que lo que más me ha impresionado es ver la clase de Gobierno que tenemos. Yo conocí la época de los militares, que tuvieron que ponerles un alto, porque debido a la victoria de parar a la guerrilla, creyeron que no sólo en los cuarteles funcionaban; sino que eran también buenos para darle congruencia a tres poderes, el ejecutivo, legislativo y el judicial y permitirle a nuestra República seguir caminando en Democracia. Pero abusaron de querer mantener el poder en sus manos y tuvieron que caer en un gran desprestigio después de haber logrado grandes honores. Se firmaron los acuerdos de paz, los cuales, hasta el día de hoy fueron una farsa donde los firmantes se lucieron y tuvieron sus minutos de fama, pero cuyas conclusiones no trajo ningún beneficio a ese pueblo que durante 30 años vivió una lucha sin tregua, marcando el paso ante la desigualdad, que era el objetivo latente que debió haber sido resuelto.
Conocí un CACIF que acostumbraba dar la cara ante las adversidades que sufría nuestro país y que tenía autoridad e influencia ya que, aunque siempre buscando privilegios injustos, mantenía una escala de valores que era la carta que los hacía representables en las temporadas difíciles. (No se le olvide que todo esto es una fantasía, está en mi imaginación, pero seguramente nada es verdad de este sueño oscuro)
El Gobierno que tenemos es lo que más me extraña. Me produce una insensatez el episodio de los 48 cantones. Esto ha sido más fuerte al escuchar los comentarios que la misma guerra de los 30 años que tuvimos que soportar. Ver un TSE involucrado abiertamente y un Congreso de la República actuando con la más cruda desfachatez aprobando leyes, que fácilmente se vendrán en contra de la propiedad privada, y en contra del funcionamiento normal de nuestras propias libertades.
Buscando bajo órdenes de una globalización mundial, la manera de aprobar un contenido sexual dentro de las aulas de la educación de niños menores, y tergiversando una ideología de género que ni en los países más desarrollados ha dejado de dañar a muchos inocentes que son motivados e impulsados a perder su identidad como seres humanos.
Esto parece una pesadilla. Reconozco que hemos tenido muy malos Presidentes. Considero que la mayoría han engrosado sus alforjas a través de su paso por la función pública. Pero se mantenían las Instituciones, se protegía el Imperio de la Ley, como le llamaban. Se tenía al ladrón como ladrón, y eran reconocidos los delincuentes políticos que actuaban bajo la discreción del engaño y la perversión. Y muchos golpes de Estado tuvieron su explicación.
Pero hoy podemos ver que estamos todos soñando o semi dormidos o esperando que las nuevas elecciones de los Estados Unidos vengan a rescatar lo que abiertamente nos fue quitado a causa de no hacer de la carrera política una profesión honrada. Esto pudo haber sido suficiente y habernos dado la legalidad absoluta de no haber abandonado la misma, creyendo que colocando gente apta para resguardar nuestros privilegios personales, el día de hoy no tenemos la debida capacidad legislativa para poder llamar las cosas por su nombre. Esto lo prueba que no podemos hacer nada.
Nuestro mundo ha cambiado demasiado. Los valores ya no son los mismo. El respeto y la prudencia de unos con otros ha sido malogrado. Por ahí me llegó la historia del Belén 2024 y resume todo lo que nos está pasando.
“ Ya tengo el Belén instalado. Es inclusivo para evitar el maltrato animal. La Virgen tampoco está porque los feministas creen que es explotación de la imagen de la mujer y hay que respetar la diversidad. San José tampoco está porque el sindicato de carpinteros no lo autorizó. El niño Jesús tampoco está porque primero tiene que decidir si quiere ser niño o niña u otra cosa e imponerle el género sería machista; tampoco están los Reyes Magos porque la Monarquía sería tomar Partido Político. Se eliminó la paja para evitar incendios y porque no cumplía con la norma europea. Sólo queda la cabaña porque está hecha de madera reciclada, de bosques que cumplen la normativa ambiental; no obstante, mañana la quito por peligro de ocupación. “