Semilla: «a favor de las maras, en contra de los bomberos»
En redes sociales circula un nuevo dicho: «Semilla está a favor de las maras y en contra de los bomberos». Esto porque el partido oficialista votó contra el incremento del presupuesto a los bomberos y poco después, también se manifestó contra la reforma al Código Penal que propone tipificar a las maras como grupos terroristas.
Redacción
Con el reciente incendio de un autobús extraurbano y otras acciones, pareciera no haber dudas sobre el terrorismo que ejercen estos grupos criminales. Sin embargo, para los independientes de Semilla, la alternativa viable sería «una ley para bloquear señales de celular en las cárceles», peregrina idea ya que hace años ese proyecto fue desechado por inconstitucional.
Una característica muy marcada del globalismo y de los regímenes izquierdistas de Sudamérica es el manifiesto amor que profesan a los delincuentes en general, si bien esto se extiende a países anglosajones y llega a extremos demenciales.
Por ejemplo, recientemente se supo que en Toronto, Canadá, la policía alentó a los ciudadanos para que dejen sus llaves en los carros, ante la enorme ola de asaltos a viviendas, según la policía, para que los ladrones puedan llevarse los vehículos sin tener que entrar a las casas con violencia. Parece mentira pero es un hecho.
En Colombia, Gustavo Petro ofreció dinero a los ladrones, según él, para evitar que roben. Y en España es claro el aval y protección que el Estado otorga a los llamados «okupas», así como la indiferencia ante las violaciones ejecutadas por migrantes contra mujeres y niñas.
Si a esto se suma que la progresía del mundo busca el desarme del ciudadano honrado, y castiga severamente a los que osan defenderse, parece que hay una tendencia mundial a promocionar la delincuencia.
Las maras, grupos terroristas
En países como Guatemala, Honduras y El Salvador, asolados por las «maras», este amor y «empatía» se destinan especialmente a los «mareros». El abordaje inédito de Bukele en El Salvador provoca desde aplausos ante lo drástico de las medidas, hasta condenas por las «violaciones a los derechos» de los reclusos, en su mayoría despiadados criminales.
Guatemala no tiene una política institucional específica para estos casos. Los más humildes son las víctimas principales de esas bandas, que les cobran extorsiones y obligan a que sus hijos se les unan. Sin embargo, la izquierda pone un velo ante la tragedia de los más pobres y privilegia a sus verdugos.
Evidentemente, urge que el Estado aborde con seriedad y de forma contundente el fenómeno de las maras, que deberían ser erradicadas por completo, para que los guatemaltecos de bien que habitan en las áreas más peligrosas puedan emprender y trabajar sin temor.
La polémica por la mención a la Bethania
Los trabajadores que habitan en la Bethania saben que ese sector es un enclave donde convergen empleados, universitarios, comerciantes y delincuentes. En el área, varios proyectos de rehabilitación parecen respaldar esto. Cualquier guatemalteco sabe que se trata de un sector peligroso que además de esta colonia abarca otras aledañas.
Ayer, cuando el diputado Allan Rodríguez mencionó a «los sicarios de la Bethania», evidentemente no se estaba refiriendo a los vecinos en su totalidad, sino a los individuos abusivos y prepotentes que bloquearon el paso en la entrada de la colonia (donde hace años se apostaban asaltantes de camionetas).
El aval irrestricto de ese grupo al partido Semilla durante las protestas de octubre, parece ser resultado de una alianza entre un político ansioso de figurar y los hombres que armados con palos y exhibiendo su prepotencia, tenían muchas características que permiten suponerlos, si no «mareros», al menos «pandilleros», como se ve en el vídeo inserto en el comentario del diputado.
Rodríguez recibió bastantes críticas por el comentario, sacado de contexto. Entretanto, legisladores y simpatizantes de Semilla se complacieron en exhibir su alianza con el grupo de choque. Raúl Barrera se definió como «defensor del soberano pueblo de la Bethania», mientras el abogado Rafael Maldonado, simpatizante de ese grupo, insultó al diputado, instándolo a que repitiera sus comentarios «en el centro de la Bethania».
De esta forma, la izquierda globalista convierte una colonia surgida a raíz del terremoto, con toda la problemática inherente a este tipo de comunidad, en un bastión de la lucha por la democracia. Evidentemente, sin considerar que además de miles de honrados trabajadores, en ese sitio habitan otros muchos malvivientes cuyos oficios van del narcomenudeo y la prostitución, a los asaltos y otros crímenes, lo que es innegable y los guatemaltecos honrados que residen ahí lo saben.
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