Q400 mil diarios para un Congreso en parálisis
El Congreso sigue costándole al país más de Q400 mil por día, una cifra que contrasta con la ausencia de leyes aprobadas y la incapacidad de las bancadas para alcanzar consensos. Cada sesión suspendida significa dinero público que se pierde en discursos estériles y peleas políticas sin impacto real en la vida de los guatemaltecos.
Redacción
El Congreso se ha convertido en un escenario donde el show político pesa más que el trabajo, y los contribuyentes terminan financiando confrontaciones que no generan ningún resultado concreto.
Allan Rodríguez, jefe de la bancada Vamos, acusó al oficialismo de boicotear la sesión plenaria al “desmarcarse” para impedir que avanzara la agenda pactada.
Rodríguez señaló a Semilla y sus aliados de romper el quorum con maniobras dilatorias y de utilizar temas sensibles, como los pueblos indígenas y las personas con discapacidad, únicamente como excusas políticas.
“Hoy se desmarcaron los oficialistas y pusieron a una diputada que no estaba marcada para perder el tiempo”, afirmó, antes de calificar a la bancada oficial de “hipócrita” y “descarada”.
Un debate convertido en espectáculo
El oficialismo no tardó en responder. Brenda Mejía, diputada electa con Semilla, defendió que su propuesta buscaba apoyar a organizaciones que trabajan con personas con discapacidad, y acusó a Rodríguez de intentar desprestigiar la comisión legislativa encargada del tema.
Mientras tanto, el diputado de Cabal, Nery Rodas, recordó que cada día de parálisis legislativa le cuesta al país más de Q400 mil, pero reconoció que los intereses de las bancadas terminan bloqueando cualquier avance.
Congreso paralizado, población a la espera
El cruce de acusaciones dejó en evidencia, una vez más, que el pleno se ha convertido en un espectáculo de confrontaciones sin rumbo. Entre reproches y discursos, la agenda legislativa sigue estancada y los diputados continúan sin dar respuesta a las prioridades nacionales.
Al final, el resultado es el mismo: un Congreso atrapado en su propio show político, donde sobran los señalamientos, pero falta el trabajo.
