¿Primavera democrática o vientos de dictadura?
Ayer, policías armados con toda la parafernalia antimotines, importunaron a pacíficos manifestantes que se atrevieron a denunciar varios aspectos del régimen actual, especialmente la grotesca injerencia de la OEA en aspectos muy internos, como la elección de magistrados, y la imposición de la Agenda 2030, incluyendo el intento del oficialismo por legislar una ley de vacunación que parece salida de una novela distópica y pretende incluir en el protocolo de vacunas infantiles a la droga experimental que se usó durante la llamada «pandemia» de coronavirus y cuyos efectos devastadores ya fueron reconocidos hasta por las farmacéuticas que se enriquecieron escandalosamente vendiendo el fármaco experimental.
Estos ciudadanos se limitaron a ejercer su derecho legítimo a la protesta, pero está claro que para la administración actual, tanto como para su corrupto antecesor Giammattei, el disenso es un anatema que se castiga mientras el servilismo y la obsecuencia incondicional se premian con plazas en el Estado, cada vez más empobrecido y sin rumbo.
Hombres, mujeres y niños protestaron por el Centro Histórico, llegando al Palacio Nacional de la Cultura donde varios oradores expusieron su posición ante los aspectos ya mencionados. En el trayecto, policías fuertemente armados los acosaron, tal como sucedió durante una caravana de vehículos que protestaba contra las nefastas restricciones de Giammattei, antesala de la crisis social y económica actual.
El acto de intimidación demuestra la continuidad en la vocación dictatorial de un régimen que más parece una administración colonial que un gobierno republicano y democrático. Sin miramientos a lo que ordena la Constitución, Arévalo, tal como su mal recordado antecesor, protege a delincuentes que destruyen patrimonio nacional y bloquean carreteras, pero persigue a los valientes que «defienden su tierra y su hogar».
Ni la agenda 2030 con todas sus aberraciones, ni las inyecciones obligatorias para infantes, ni la ilegal intervención de organismos internacionales son aceptados por los guatemaltecos de bien, que gradualmente se articulan en una oposición contra las amenazas a la familia, la libertad individual y la propiedad privada.
Poco antes de que los agentes gubernamentales realizaran su exhibición de fuerza ante el grupo ciudadano, el ministro de Gobernación había puesto los «puntos sobre las íes» al referirse a «medios de derecha», repitiendo el discurso de todos los gobiernos izquierdistas y evidenciando que el régimen actual tiene una inclinación izquierdista, lo que implica que el mandatario no representa la «unidad nacional» sino una ideología que hace 20 años ya se consideraba agotada en la región, pero que renació al amparo del Foro de Sao Paulo y los financiamientos externos.
Todos los gobiernos socialistas de Hispanoamérica sumieron a sus pueblos en críticas situaciones de violencia y miseria en pocos años. Guatemala, minada por décadas de corrupción, más el saqueo descarado de Giammattei y sus compinches, difícilmente tardará más de unos meses antes de hundirse en un escenario similar, si la ciudadanía valerosa y patriótica no se levanta contra la dictadura disfrazada de «primavera».
Los ciudadanos tienen derecho a ser un contrapeso. El pueblo es el mandante de los gobernantes, no su esclavo. Todas las libertades individuales están garantizadas en la Constitución Política de la República, y ningún régimen tiene derecho a imponer su ideología con censura y represión.
Arévalo necesita un llamado a la cordura. Petro, Maduro y Ortega son los peores referentes posibles para quien llegó al poder acompañado por señalamientos de irregularidades electorales. De continuar con una actitud dictatorial, podría desencadenar un caos social, tal como en el ámbito de seguridad las cifras de la vergüenza suben cada día y en el económico, se observa a un pueblo depauperado que a duras penas logra «llegar a fin de mes» por mucho que trabaje.
Lejos de florecer, la «primavera democrática» parece venir acompañada por negros nubarrones y feos vientos de dictadura.