¿Por qué insistir en algo que no funciona? Arévalo en la picota
¿En serio creían los legisladores del desaparecido partido Semilla que los diputados de las demás bancadas en el congreso iban a estar de acuerdo con la propuesta para cambiar la Ley del MP? Bueno, no al menos que no hubiera circulado dinero, lo cual iba a ser muy complicado para la cantidad de votos que necesitaban y dadas las circunstancias de vigilancia penal aún más. Pero regresando a la pregunta inicial, ¿lo creían? Pues déjenme contarles que no. Ningún político hubiera sido tan crédulo como para suponer que esto iba a pasar. Esta puesta en escena no tenía nada que ver con política sino con marketing y les diré por qué.
El victimismo es un recurso discursivo que sirve para colocar al político como el portador de la verdad y la justicia frente a lo que considera opresión malévola, el satanás visto desde la perspectiva judeocristiana. La idea entonces era mostrarse como los que ponen el pecho frente a la maldad. Interesante juego de imágenes. Sobre todo, cuando sabemos que ser presidente, de por sí es el poder encarnado. Pero resulta que hay otro ente por encima de este, y no me refiero a la Embajada Norteamericana, sino al Ministerio Público y su Fiscal General. Así como lo leen, resulta ser que el presidente está siendo amenazado por un ente cuya responsable no es elegida por el voto popular, sino que es designada, es ella la responsable de sostener la espada de Damocles sobre sus cabezas, lo que, para la mentalidad lastimera del funcionario promedio, no permite pensar en planes de gobierno, vaya en todo caso en planes para que no sean embarrados por una administración que ha demostrado ser corrupta desde antes de tomar el poder.
Arévalo entonces, junto con sus cercanos colaboradores, que por cierto provienen del mundo de las Ongs que son especialistas en el discurso victimista, deciden presentarse como víctimas en una marcha llena de aplausos comprados. El mal tino de usar policías y guardaespaldas para resguardar a los funcionarios terminó por ser un despropósito, pero el show no termina ahí, sino con los selfies, tiktoks y reeals que los diputados del partido subieron a las redes para mostrar “su soledad en la lucha contra la corrupción”. De nuevo el victimismo que intenta tocar el corazón de los funcionarios norteamericanos y europeos, más que el de los guatemaltecos, que respondieron como se debe, con indiferencia.
¿Por qué no traer a los 48 Cantones y a estudiantes al centro como lo hicieron antes? para el caso de la organización comunitaria de Totonicapán, espero que así sea, finalmente están sintiendo el desgaste político al que fueron llevados por sus dirigentes ambiciosos el año pasado. El dinero y el poder no están fluyendo para todos de la misma manera. Los universitarios por su parte, también se están dando cuenta de que el crimen si paga, si bien puede haber mucha simpatía hacia el gobernante (más por nostalgia que por evidencia de su actuar) pocos estarán dispuestos a ser señalados penalmente por vandalismo, único recurso al que pueden recurrir, y aunque no lo crean mis estimados lectores, los malvivientes en la Universidad son una especie en vías de extinción.
Esta insistencia, a todas luces antidemocráticas, que es aplaudida por medios activistas e intelectuales orgánicos, solo nos pone de manifiesto que su lucha nada tiene que ver ni con la justicia ni con la defensa del voto popular, es simplemente la lucha por obtener la tan ansiada IMPUNIDAD, y claro, el encumbramiento moral que responde a la egolatría a la que los políticos en general y los de izquierda en particular poseen, el trastorno mental que no les permite ver que la cada vez más grande soledad que les rodea.
La insistencia en continuar con lo que no sirve es ya, no solo es un signo de necedad, es también el famoso plan B. Si luego de todo esto la justicia finalmente se impone, estos políticos, que sostienen que jamás pisarán una cárcel, optarán por lo que hicieron sus antecesores, por el pasaje de avión pagado en dólares, el empleo en una Ong internacional y un hasta que nos volvamos a encontrar en la red.