Misión de la UE: Comisión con lupa sesgada
Mientras la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (MOE-UE) insiste en denunciar una supuesta “estrategia de intimidación” promovida desde el Ministerio Público (MP), guarda un silencio escandaloso ante el intento del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de gastar más de Q300 millones en un nuevo sistema informático, cuyo trasfondo es tan opaco como el TREP fallido de 2023.
Redacción
En conferencia de prensa, Jordi Cañas, jefe de la misión, lamentó el debilitamiento del TSE por “procesos judiciales” y habló de una “criminalización” de actores políticos, sociedad civil, periodistas y defensores del marco democrático.
Lo que no dijo es aún más revelador: no hubo una sola palabra sobre el despilfarro proyectado ni sobre los contratos oscuros que comprometen recursos públicos sin garantías técnicas reales.
Un ambicioso proyecto: Q300 millones
El nuevo intento del TSE de modernizar su sistema electoral con una inversión desproporcionada de más de Q300 millones no ha sido evaluado con el mismo rigor con que se critican acciones legales del MP. Tampoco se ha exigido transparencia o auditorías previas. ¿No debería ser ese un foco de atención si realmente se busca “fortalecer la institucionalidad”?
La misión parece repetir el patrón de 2023: mirar para otro lado cuando se trata de irregularidades del TSE, mientras respalda sin matices a grupos que impulsaron bloqueos ilegales, afectando a millones de guatemaltecos y contribuyendo a un clima de ingobernabilidad.
El sesgo como política
Lo preocupante no es solo el contenido del informe, sino el marco ideológico que lo sostiene. La MOE-UE parece operar bajo una lógica de “buenos” y “malos”: los que hablan de democracia —aunque bloqueen carreteras o promuevan pactos de impunidad— merecen respaldo; quienes ejercen funciones judiciales, aunque con base legal, son “instrumentos de intimidación”.
No es una observación objetiva. Es una narrativa disfrazada de diplomacia.
Democracia selectiva
Los riesgos reales para la democracia —como el uso político del TSE, los gastos injustificados en tecnología, o la incapacidad de rendir cuentas— no figuran en el informe. Tampoco la pregunta esencial: ¿qué pasará si el TSE vuelve a fallar en 2027 con un sistema nuevo, costoso y sin garantías?
Mientras tanto, el mensaje de la misión europea parece ser claro: hablen de democracia, aunque dilapiden millones o bloqueen al país. Nosotros los avalamos.