Paz en Guatemala: acuerdos entre canallas (I)
Por Julio Valdez
En enero del 2022, cuando se cumplían 30 años de la firma de los Acuerdos de Paz de El Salvador, el presidente Nayib Bukele junto con sus diputados en la Asamblea nacional eliminaron la conmemoración de los mismos (Gonzales Diaz, 2022), esto fue el culmen de una serie de declaraciones donde el presidente salvadoreño no titubeo en señalar que estos eran una farsa y que habían dado pie a una era de corrupción, que finalmente terminó durante su mandato, no sin antes medidas extremas.
Se ha descalificado a los actores que participaron en todo el proceso de negociación, tanto al gobierno encabezado por el partido ARENA, como al FMLN, que más tarde se convertiría en el partido en el poder, y no digamos a la entidad que sirvió de intermediadora, las Naciones Unidas.
Esta noticia al parecer no impacto mucho en Guatemala, a lo mejor porque el tema de los acuerdos de paz ha quedado prácticamente en el olvido y, siempre la inmediatez ocupa más la atención. Que Bukele haya defenestrado los acuerdos de Chapultepec, todo su proceso y los resultados posteriores y que esto haya sido apoyado por la población sí que es un punto de inflexión para toda la región, pero desafortunadamente el eco se quedó en la frontera.
Un par de datos para que tomemos en cuenta en la comparativa, entre El Salvador y Guatemala, en el momento que se produce el giro definitorio para las negociaciones de paz en el hermano país centroamericano, en 1992, en 1989 tan solo tres años antes se había vivido ofensiva “hasta el tope”, que paralizó más de la mitad del país, incluyendo la ciudad capital, San Salvador, esto obligó al Estado a aceptar al FMLN como fuerza beligerante, ya no solo como una fuerza armada, en Guatemala eso jamás sucedió, es más para finales de 1996 el conflicto acá llevaba al menos esos 6 años de esa década casi inactiva, o sea, fuera de algunas acciones de propaganda armada y las consiguientes extorsiones a finqueros, los guerrilleros no eran mas que un grupo de bandoleros, excepto por su robusto cuerpo diplomático que analizaremos en posteriores artículos de esta serie.
Los dos procesos de negociación con comunistas armados, se dan en contextos distintos, pero para los financistas europeos y norteamericanos eran lo mismo y, esto fue un gran error, solo con hacer una valoración de la intensidad del conflicto armado, era suficiente para determinar las diferencias, sin embargo en el caso de Guatemala, donde era evidente que el conflicto armado había sido neutralizado a mediados de la década de los ochenta, el peso recayó en las supuestas violaciones a de los derechos humanos, la narrativa de la victimización sobre los indígenas “mayas” se impuso. Es más, esta narrativa fue hábilmente impuesta desde el aparato diplomático de la insurgencia, que sabía perfectamente que en cuanto a fuerza militar en campo.