Música «del recuerdo» y gabinete «reciclado», anuncian el festejo de una victoria pírrica para Bernardo Arévalo
Con mucho triunfalismo, Bernardo Arévalo anunció que festejará su toma de posesión con grupos musicales «del recuerdo», que muy poco o nada les dicen a los jóvenes, supuesto público objetivo del partido Movimiento Semilla, cuyo candidato podría tomar posesión el 14 de enero aunque sin partido, ya que formalmente, Semilla está suspendido por orden judicial y carece de personería jurídica.
Así como la música elegida por Arévalo no parece la más cercana a la juventud que avaló a Semilla, las afamadas «autoridades ancestrales» tampoco asoman por ningún lado en el anunciado festejo, como no se ven apellidos indígenas en el supuesto gabinete, un listado divulgado por Arévalo en sus redes. Esto, exceptuando a la ex PDH adjunta, Miriam Roquel, quien estaría a cargo del Ministerio de Trabajo, si bien cabe acotar que Roquel es mucho más cercana a «la embajada» que a las «autoridades ancestrales» y otros grupos de choque indígenas.
El mundo de las ONG´s está representado por Ana Glenda Tager Rosado, quien estaría a cargo de la Secretaría Privada. Tager es una socióloga que dirigió la organización INTERPEACE, con un enfoque desastroso sobre el tema de las maras en El Salvador, donde se promovió una supuesta tregua entre pandillas que llevó a ese país a un infierno de violencia homicida y empoderó a las maras, a partir de un enfoque que presenta al criminal como víctima de la injusticia social.
Entre otros mencionados por Arévalo, está el ex ministro de Gobernación de Álvaro Colom, Francisco Jiménez, actualmente analista del CIEN y quien también trabajó con INTERPEACE. Jonathan Menkos, del ICEFI y MOE UE GT, sería el designado para el ministerio de Finanzas y Anabella Giracca, fundadora de Semilla y defensora de la Agenda 2030, encabezaría el Ministerio de Educación.
Además del evidente «ninguneo» a los jóvenes e indígenas que enarbolaron la bandera del Departamento de Estado estadounidense para apuntalar la llegada al poder de Semilla con piquetes, bloqueos y actos vandálicos, parece incongruente la presencia del CACIF, representado por Jazmín de la Vega, quien sería titular del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructrura y Vivienda (donde fue asesora del despacho durante la administración de Alejandro Sinibaldi).
El puesto otorgado por Arévalo al CACIF es uno de los más importantes, ya que desde el MICIVI se gestan las mayores redes de corrupción nacionales, especialmente a través de las «alianzas público privadas». Es de esperarse que los medios de comunicación pongan mucha atención a este ministerio.
En síntesis, el gabinete propuesto por Arévalo no tiene ninguna novedad y no parece un destello de la «nueva política» tan anunciada. Recomendados de «la embajada», funcionarios que en otras administraciones ya demostraron su desempeño, reconocimiento a posibles favores del CACIF y hasta ex novias de secundaria y amigos de la infancia integrarán el gabinete, tal como ya se vio durante todos los gobiernos, desde Vinicio Cerezo.
De «nueva política» nada. De «gobierno incluyente» menos y mucho menos aún: «un futuro sin CACIF», que según los indicios, deberá ser un eslogan cambiado a «el futuro es del CACIF».
Todo esto, en un hipotético (aunque muy probable) escenario en el que Arévalo tome posesión el 14. Porque al momento, sigue siendo diputado y secretario general de Semilla, partido que formalmente no existe. No puede ser juramentado si antes no renuncia a esos cargos y no puede renunciar a un partido que no tiene personería jurídica. Si la situación se desenvuelve conforme a la ley, es muy probable que Arévalo tenga impedimento para festejar al ritmo de las bandas antediluvianas que convocó para su celebración.
Es preciso recordar que el Congreso está obligado por ley a calificar las credenciales que el Tribunal Supremo Electoral extiende a los diputados electos. Y no puede obviarse que 108 diputados están molestos por la sanción estadounidense y sin nada que perder, bien podrían negarse a dicho reconocimiento, lo que impediría la famosa toma de posesión.
Sin embargo, también es obligado recordar que en el Congreso todo puede pasar y es notorio que Shirley Rivera se mueve con mucha cautela entre «la embajada» y «los golpistas», lo que podría significar que al final todo resulte como está más que anunciado: una parranda de ex funcionarios y caciferos amenizada con música para la tercera edad, que seguramente, sería la antesala del gobierno más débil en la historia de Guatemala.