MOE UE + Embajada Norteamericana = intervención extranjera en Guatemala
Nada nuevo, así es. La historia nacional, a lo largo de muchos años, ha vivido momentos de intervención extranjera. Recordemos la famosa PBsuccess de 1954 y luego todo el proceso de negociación de la Paz, que al final fue la imposición de la agenda europea, posteriormente el reinado de la CICIG, y ahora nuevamente la decidida acción diplomática financiera de la Unión Europea y el gobierno norteamericano, con su acostumbrada prepotencia colonial, quienes han condenado los señalamientos contra las irregularidades abiertas y descaradas del pasado proceso electoral en Guatemala 2023 y se han auto erigido como los garantes del proceso y del Tribunal Supremo Electoral, cerrando los ojos ante la evidencia. Todo esto, para llevar al poder, “sí o sí”, a su político de confianza, al cipayo o la versión Malintzin del siglo XXI.
Parecen lejanos aquellos años en que los representantes de la civilización occidental y la democracia en el mundo luchaban contra las dictaduras, fraudes electorales y golpes de Estado en las naciones del tercer mundo, en la periferia salvaje y primitiva. En su cambio de estrategia concibieron que eso de estar gastando en intervenciones militares, mandar un par de batallones de bien entrenados soldados y luego poner a un títere de su gusto les daba muy mala prensa, además de generar gastos exorbitantes, lo que ya no va a tono con la nueva era del arcoíris, pues ahora mejor hacer creer que el gobernante de su gusto fue reclamado por la población que alzando sus manos al cielo deseaba que aquel les bendijese desde su plataforma. Cuando las cadenas de noticias informen en París, Madrid, Londres, Estocolmo y Berlín que sus diligentes observadores son solo la luz de la cordura para que aquellos salvajes no se maten entre sí, entonces aquellos seguirán pagando de sus impuestos los onerosos honorarios de la maquinaria diplomática de la “zanahoria y el garrote”.
Ingentes cantidades de dinero destinadas a la movilización de sus activistas, no de los votantes, muchos de los cuales se han arrepentido. Antes de que señalen que esta afirmación es invención calenturienta de un columnista privado de su estabilidad mental, es bueno recordar que desde hace más de cuatro décadas se han formado supuestos líderes indígenas, mujeres, jóvenes, marginados y demás que son considerados (por ellos) como el eslabón débil de la sociedad dominada por ladinos, hombres, adultos de clases medias citadinos. Lo sucedido en octubre de este año fue el resultado de una inversión de largo plazo, el MOE solo quería confirmar que la inversión estaba dando fruto y así fue, es más, sus informes, conferencias de prensa y la presencia misma animaba más al integrismo étnico, para que entiendan mejor, como lo que están haciendo ahora mismo el PSOE en España con el indulto a delincuentes secesionistas.
Hay que reconocerle a los colonialistas del siglo XXI que han dejado la burda amenaza de la cañonera como lo hizo Teddy Roosevelt a inicios del siglo pasado; tras un ropaje de diplomacia multicultural y racial, ahora se hacen acompañar de las voces autorizadas pagadas por ellos mismos, periodistas e intelectuales orgánicos (merolicos en realidad) que a cada declaración dada aplauden estrepitosamente, reafirman como si el hecho mismo que se diga con acento es prueba suficiente de que tienen la razón, la intervención a estos ojos no existe, sino más bien “preocupaciones válidas” de parte de los civilizados con relación a los salvajes que no saben gobernarse y menos de aplicar la ley.
Quisiera terminar esta opinión agradeciendo al MOE por haberme incluido en su informe al afirmar que estoy entre quienes los señalaron de ser intervencionistas. Es cierto, lo dije y lo sostengo. Es más, agrego que son colonialistas, con todo y que creen que dicho término no se les aplica porque han aplacado sus culpas con suficiente dinero para desdichados de esta tierra. Debo imaginar que estoy también en una gran estima entre los norteamericanos, afortunadamente no tengo visa, nunca tuve y no tengo intención de tramitarla nunca, suficiente con las películas que vemos en Netflix para darme una idea de cómo viven allá.
Más allá del lenguaje irónico y mordaz usado en este escrito, reafirmo lo siguiente: si es intervencionismo extranjero lo que estos funcionarios hacen en Guatemala y el que se preocupen por lo que un columnista y otros como yo opinemos, solo confirma la existencia de esos hilos que se mueven detrás del fraude. Ellos ya decidieron, exigen que su pelele ejerza el poder, la pregunta es ¿lo permitiremos?