Los europeos de mesolítico comían algas y plantas de agua dulce
Pruebas arqueológicas «definitivas» muestran que las algas marinas y plantas de agua dulce se consumían en el mesolítico, durante la transición neolítica a la agricultura y en la Alta Edad Media,
Por dpa/EP
Esto sugiere que estos recursos, que ahora apenas se consumen en Europa, se volvieron marginales mucho más recientemente.
Un estudio, publicado en la revista ‘Nature Communications’, revela que, aunque se explotaron los recursos acuáticos, las pruebas arqueológicas de algas marinas sólo se registran en raras ocasiones y casi siempre se consideran en términos de usos no comestibles como combustible, envoltorios de alimentos o fertilizantes.
Los relatos históricos hablan de leyes relacionadas con la recolección de algas en Islandia, Bretaña e Irlanda que datan del siglo X, mientras que Plinio menciona las coles marinas como remedio contra el escorbuto de los marineros.
En el siglo XVIII, las algas se consideraban alimento contra el hambre y, aunque las algas y las plantas acuáticas de agua dulce siguen teniendo importancia económica en algunas partes de Asia, tanto desde el punto de vista nutricional como medicinal, su consumo en Europa es escaso.
El equipo, dirigido por arqueólogos de las universidades de Glasgow y York, en Reino Unido, examinó biomarcadores extraídos del cálculo dental de 74 individuos de 28 yacimientos arqueológicos de toda Europa, desde el norte de Escocia hasta el sur de España, que revelaron «pruebas directas del consumo generalizado de algas y plantas acuáticas sumergidas y de agua dulce».
Las muestras en las que sobrevivieron pruebas biomoleculares revelaron el consumo de algas marinas rojas, verdes o pardas, o de plantas acuáticas de agua dulce, y una muestra de las Orcadas también contenía pruebas de una Brassica, muy probablemente berza marina.
En el mundo hay unas 10.000 especies diferentes de algas marinas, pero hoy en día sólo se consumen 145, principalmente en Asia.
Los investigadores esperan que su estudio ponga de manifiesto la posibilidad de incluir más algas marinas y otras plantas locales de agua dulce en nuestra dieta actual, ayudando así a los europeos a ser más sanos y sostenibles.
Karen Hardy, catedrática de Arqueología Prehistórica de la Universidad de Glasgow e investigadora principal del proyecto Plantas Poderosas, explica que «en la actualidad las algas marinas y las plantas acuáticas de agua dulce están prácticamente ausentes de las dietas occidentales tradicionales y su marginación, al pasar gradualmente de alimento a recursos para el hambre y forraje para animales, se produjo probablemente a lo largo de un largo periodo de tiempo, como también se ha detectado en otros lugares con algunas plantas».
«Nuestro estudio también pone de relieve el potencial de redescubrimiento de recursos alimentarios alternativos, locales y sostenibles –prosigue– que pueden contribuir a hacer frente a los efectos negativos para la salud y el medio ambiente de la excesiva dependencia de un pequeño número de productos agrícolas producidos en masa que es una característica dominante de gran parte de la dieta occidental actual, y de hecho el suministro mundial de alimentos a larga distancia más en general».
«Es muy emocionante poder demostrar definitivamente que las algas marinas y otras plantas locales de agua dulce se comieron durante un largo período en nuestro pasado europeo», subraya.
El coautor del trabajo, el doctor Stephen Buckley, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York, resalta que «las pruebas biomoleculares de este estudio son más de tres mil años anteriores a las pruebas históricas en Extremo Oriente».
«Estas nuevas pruebas no sólo demuestran que las algas se consumían en Europa durante el Mesolítico, hace unos 8.000 años, cuando se sabía que se explotaban los recursos marinos –afirma–, sino que continuaron durante el Neolítico, cuando se suele suponer que la introducción de la agricultura provocó el abandono de los recursos alimentarios marinos».
«Esto sugiere fuertemente que los beneficios nutricionales de las algas eran lo suficientemente bien comprendidos por estas antiguas poblaciones como para mantener su vínculo dietético con el mar», concluye.