Las 100 mil razones del presidente para la demagogia
¿Cuántos políticos conocen ustedes que con tal de llegar al poder ofrecen atacar precisamente a la casta política? Y bueno, el más sobresaliente últimamente es el presidente de Argentina, Javier Milei, quien no ha dudado en señalar esos mismos como el origen de todos los males, pero no iremos tan lejos para visualizar la ultima muestra de demagogia vernácula en Guatemala. El actual presidente Bernardo Arévalo. en su campaña electoral, prometió bajarse el salario, como otros.
Y es que hace años los medios han mostrado que el salario del presidente de Guatemala era por mucho una paradoja. Los niveles de pobreza siguen siendo escandalosos. En 2017, la BBC publicó que el presidente Jimmy Morales devengaba 19,300 dólares al mes. Recuerdo que esto hizo estallar las redes, debo imaginar que esta situación hizo que los candidatos vieran una excelente oportunidad para ganar votos, con “la promesa de bajarse el salario” y por supuesto Arévalo necesitado del tan ansiado apoyo popular no dudó en hacerlo.
Tuvieron que pasar mas de tres meses luego de su toma de posesión, a pesar de que había prometido hacerlo los primeros días, para que en efecto se bajara el salario. Los redoblantes sonaron antes de que anunciara el 25% de reducción a partir del siguiente mes, lo que lo lleva a la suma de 12,980 dólares al mes. Claro, la conversión no se hizo en público, el anuncio era 25% lo que muchos interpretaron como algo positivo, pero en términos concretos sigue siendo uno de los mas altos de toda la región.
Antes de seguir con esto, partamos del inicio, ¿Cómo se calcula el salario de un presidente? Es obvio que este no responde a la demanda u oferta del mercado, y menos aun a la capacidad, ya que al ser un puesto por elección no importan las calificaciones, de ahí que el Morales era un cómico y Giammattei médico y ganaron lo mismo, tampoco se calcula (y ojalá fuese así) a partir de lo que el mandatario, en su función pública, esté abonando a la productividad o bien bienestar del país, pero no, porque aun en tiempos de mayor inflación no se han producido bajas salariales (al contrario).
El calculo de este salario es por dos motivos: primero porque pueden hacerlo, lo que denota autoritarismo y cinismo, el mismo que muchísimos alcaldes de municipios pobres con salarios de ministro de Estado, y si esta razón es terrible la segundo es peor, pues porque de esta manera se inhiben de la corrupción. O sea, hacer a un funcionario millonario con dinero público en forma legal le quita la gana de volverse millonario con dinero publico en forma ilegal, lo que es el menor de los males.
Arévalo, al reducir su salario, reconoció que este era excesivo, pero ni aun con esto logró ponerlo en la media de los presidentes de la región, y no solo eso, no hubo disminución de salarios para otros funcionarios, ni gastos de representación y menos aun recortes en instituciones e instancias ineficientes, solo fue para el presidente, esta auto lapidación fue motivo de aplausos (muchos de esos comprados) pero eso dice mucho de cuanto abunda la ignorancia o cuanto está costando pagar por esos aplausos replicados por periodistas que han demostrado cuan rastreros pueden llegar a ser con el dinero que el gobernante les arroja.
Es obvio que en los primeros 100 días este gobierno no ha demostrado ser diferente a los demás. Al contrario, es un émulo, debo suponer que tienen guardadas sorpresas para lo que resta del año, si sobreviven con impunidad por sus propios delitos, la idea sigue siendo juntar la mayor cantidad de acciones llamativas como para que las acusaciones en su contra sean puestas como ataques de la derecha como afirmaba el flamante ministro de Gobernación. Cuando la oposición crezca, que así será, su defensa afirmará que esos personajes oscuros que lo critican no soportan a un presidente que se dignó, como nunca antes, a bajarse el salario para que la Primavera floreciera (disculpen por el tono cínico de esta alocución).