La plasticidad del cerebro y su capacidad de arreglar el cableado neuronal
Es el cerebro donde se mueven los cables de todas nuestras reacciones, respuestas, conductas, emociones y sensaciones y aún lo que escogemos a través de nuestras decisiones.
Este es el cableado de millones de pensamientos inconscientes y de varios pensamientos conscientes que tenemos día con día. Es la fuente de donde surge el descontento, los estados esclavizantes, las sensaciones de “yo no puedo”; y también pueden surgir a través de un entrenamiento de hábitos sanos, las sencillas aprobaciones personales y el desenvolvimiento mental de una vida hermosa, a pesar de sus atajos dolorosos que son inevitables.
Lo único indispensable es darle sentido a nuestro pasado y reconocer con coraje los hábitos destructivos y patrones de pensamientos que nos envuelven en el resentimiento o la cólera, por la incapacidad de aceptar lo que somos y sobre todo de aceptar lo que tenemos; porque muchos no tienen nada. De seguro más de la mitad de la humanidad se cambiaría por donde estamos y de seguro por donde vamos a estar. Porque cuando nuestra esperanza y nuestra expectativa es de índole positiva, le estamos dando órdenes al cerebro a tener fe.
Y es que ese circuito del cerebro afecta tu vida emocional y espiritual; te ayuda y te impide tener jornadas sanas con la gente que te relacionas y te limita en la jornada obligatoria que te toca tener con Dios; sana tus conductas y controla tus emociones. Y es que sin dudarlo, un día podrás decir, que hay ciertas marcas y cicatrices que sirvieron únicamente para abrirte las puertas de ese paraíso que siempre supiste que estabas por encontrar.
Pero se necesita rendirse y perdonar. Se necesita conocimiento y coraje para entender que la sanidad de las emociones requiere esfuerzo, requiere tiempo y la honestidad necesaria para querer conocernos a nosotros mismos, porque es el único camino para dejar de estar atascado en esa matrix ingobernable de dolor y resentimiento, y entrar en el sendero de transitar por una vereda de nuevos comienzos y nuevos proyectos de toda clase.
Pero el primer conocimiento saludable para este proceso, es reconocer que en tu interior hay una batalla. Y es una lucha a muerte. Es una batalla por capturar tu atención. Hay dos fuerzas en tu cerebro, que ni la una es mala, ni la otra es buena; constituyen un proceso biológico con el cual fuiste creado para resolver distintas funciones en tu desempeño diario. No significa que hay un ángel en un lado y el diablo en la otra parte. Son dos partes del cerebro que ejecutan diferente roles y los dos son muy necesarios para complementar la vida. El problema surge cuando no hay balance, y si una fuerza domina toda tu atención, la otra está agonizando, y tus comportamientos lo manifiestan.
La excelente noticia es que cuando aprendes a entrar en ese balance, a cultivar el dominio propio y a morir a tus antojos y a tus impulsos de querer tener siempre la razón, empiezas a saborear la delicia de dejar de buscar la aprobación falsa en los demás y a conocer ese interior tuyo, tan descuidado, donde reside todo el significado de tus carencias.
Dios hizo una obra maestra cuando pensó en ti. No te rindas.