La marginación de las mujeres en Afganistán provoca intentos de suicidio y amenaza con elevar la mortalidad
El retorno de los talibán al poder hace tres años supuso para las mujeres afganas un retroceso en materia de derechos y libertades y se ha traducido en una presión social y económica que conlleva incluso un aumento de los intentos de suicidio, según un informe de ONU Mujeres que anticipa además un previsible repunte de las tasas de mortalidad materna.
Por dpa/EP
Los talibán culminaron el derrocamiento del anterior Gobierno el 15 de agosto de 2021, fecha de inicio de un «borrado» que ONU Mujeres ha querido recordar repasando algunos de los vetos y prohibiciones impuestos, entre ellos el que impide que las niñas y adolescentes puedan incorporarse a la educación secundaria o a estudios superiores.
Sólo la orden de prohibir los salones de belleza dejó sin empleo a unas 60.000 mujeres, fruto de una política que tiene como objetivo general recuperar los patrones sociales más conservadores. Así, las mujeres vuelven a necesitar un guardián varón, dentro de una «supremacía» del hombre que se nota tanto dentro como fuera del hogar.
Según ONU Mujeres, entre los hombres y niños crece la percepción de que «las mujeres y las niñas no tienen la capacidad ni la necesidad de oportunidades sociales, políticas y económicas», mientras que en algunos casos la adopción de posiciones sexistas se ha convertido en una «estrategia de supervivencia» dentro del nuevo marco talibán.
Mientras, la presión no deja crecer sobre unas mujeres que no se sienten seguras en ningún contexto, ni dentro ni fuera de sus casas. El 64 por ciento cree que ya no es seguro salir solas, un dato que en el caso de los hombres apenas representa el 2 por ciento.
De hecho, un 96 por ciento de ellas afirma que no puede confiar en prácticamente nadie, ni siquiera en sus vecinos, por el temor a ser denunciadas, según un estudio de abril. Dos de cada tres encuestadas admiten que su salud mental es mala o muy mala, mientras que el 8 por ciento conoce al menos a una mujer o niña que ha intentado quitarse la vida.
El informe especula también con lo que puede ocurrir en las próximas décadas si Afganistán renuncia a incorporar a sus mujeres en la vida profesional, con datos concretos que vinculan el veto educativo a más de un millón de personas con un aumento de al menos un 50 por ciento del riesgo de mortalidad materna en 2026. El embarazo precoz se dispararía también un 45 por ciento.
Un 98 por ciento de las mujeres siente que tiene una influencia limitada o nula en la toma de decisiones de sus comunidades, mientras que a nivel político el régimen talibán se ha constituido como una administración patriarcal sin presencia de las mujeres en los puestos de poder. Las autoridades sólo incorporan a mujeres si es para vigilar que otras compatriotas cumplan los decretos discriminatorios, defendidos por el régimen en aras de la ‘sharia’ o ley islámica.
La sensación de que puede ir a peor
La directora de ONU Mujeres en Afganistán, Alison Davidian, ha afirmado que «hace tres años la situación no era perfecta, pero no era así». «Hace tres años, una mujer afgana podía decidir quién era el presidente. Ahora, no tiene capacidad para decidir cuándo ir a comprar verdura», ha expuesto esta responsable, que acaba de visitar el país.
En esta visita conoció a mujeres como Nasima, casada a los 16 años y expulsada del sistema educativo. «Esperaba que la vida de mi hija fuese mejor (que la mía). Ahora, me preocupa que su vida sea peor», relata esta afgana, que pide a la comunidad internacional ayuda para «luchar por la libertad».
Naciones Unidas propone que al menos el 30 por ciento de todos los fondos destinados a Afganistán vayan dirigidos a iniciativas que promuevan de manera directa la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Davidian ha apuntado que la clave pasa por «invertir en mujeres», ya que «nada perjudica más la visión talibán de la sociedad que dar voz a la población a la que buscan reprimir».
«Hace tres años, todo el mundo estaba mirando una toma de poder transmitida en directo. Tres años después, mientras la atención mundial parece girar hacia otros lugares, los horrores no han cesado para las mujeres y las niñas afganas, ni tampoco su convicción de que deben hacer frente a la represión», ha remachado.