La enfermedad emocional
Por Mary de Peralta, psicóloga
La Enfermedad Emocional es la misma en todas las personas, solo los detalles varían. Se reduce a la preocupación por uno mismo, es decir al EGOISMO.
Y LA PREOCUPACIÒN POR UNO MISMO ES EL CAMINO A LA RUINA. Y es que nada puede ir bien cuando una persona sòlo piensa en èl mismo, y su vida se reduce a justificarse por los rechazos que supuestamente recibe y las injusticias que la vida le da. POBRECITO YO.
No existe ninguna duda que la concentración en uno mismo no es razón suficiente para vivir. La persona solo se preocupa por ella misma y no ve ningún propósito en la vida, ninguna razón para existir; y no logra disfrutar de nada ni de nadie.
La persona concentrada en ella misma no puede amar o relacionarse con otros en forma cariñosa o significativa. El està en el infierno. No existe paz, ni felicidad, solamente espacios temporales de satisfacción que no sacian. Es como una “victoria vacìa”.
Podrìamos concluir que la causa de la enfermedad emocional es la preocupación excesiva por uno mismo, lo cual permite la inhabilidad para amar. Esto trae consigo mismo serios defectos de carácter que hacen que la persona se sienta enferma:
- Làstima de uno mismo
- Condenarse uno mismo
- Ventajas para uno mismo
- Glorificaciòn para uno mismo
- Rectitud con uno mismo
- Egoìsmo
- Odio para uno mismo
- Justificaciòn para uno mismo
- Decepciòn de uno mismo
- Indulgencia para uno mismo
- Y egocentrismo al lìmite.
Es muy acertada la descripción de Miguel de Unamuno cuando dice lo siguiente
“¡Qué extraño animal es el hombre!
Nunca está en lo que tiene delante… No hay modo de saber lo que quiere, si es que acaso lo sabe él mismo.
Siempre parece estar en otra cosa que en lo que está, y ni mira a lo que mira.
Es como si hubiese otro mundo para él… Y luego habla, o ladra, de un modo complicado…. Pero ladra a su manera, habla, y eso le ha servido para inventar lo que no hay y no fijarse en lo que hay. En cuanto le ha puesto un nombre a algo, ya no ve este algo, no hace sino oír el nombre que le puso, o verle escrito.
La lengua le sirve para mentir, inventar lo que no hay y confundirse. Y todo es en él pretextos para hablar con los demás o consigo mismo… Es un animal enfermo, no cabe duda. ¡Siempre está enfermo! ¡Enfermo! ¡Solo parece gozar de alguna salud cuando duerme y no siempre, porque a las veces hasta durmiendo habla… El animal hipócrita, farsante, por excelencia. El lenguaje le ha hecho hipócrita!”
Y SIN EMBARGO TU MANDAS EN TU MENTE
Los animales viven sin conocer la insatisfacción. Se sienten realizados y cuando vemos volar un águila, de verdad; no pueden ser más felices de lo que son.
1) No tienen reparo por lo que visten
2) o por lo que comen,
3) no guardan en graneros
4) ni compiten con un hedonismo desenfrenado;
5) duermen tranquilos
6) y rebosan de energía en cada amanecer.
Así vivía también el ser humano.
Hasta que la existencia se le tornó en un enorme problema, cuando su mente dejó de ser manejada por un espíritu en plenitud y supo que tenía un alma insatisfecha; capaz de desmoronarse ante cualquier renglón percibido por los cinco sentidos de manera imperfecta.
Y es que en el ámbito de los cinco sentidos, nada sacia completamente; todo se vuelve temporal y se reduce a una felicidad momentánea que pasa tan rápido como un suspiro.
El hombre moderno está enajenado de sí mismo, de lo que está viviendo: y de sus congéneres. No nos gustamos ni nos gustan los demás, tememos a Dios y al mundo y percibimos la vida como una carga constante.
Este hombre moderno se ha transformado en un artículo, experimenta sus fuerzas vitales como una inversión que debe producirle el máximo de beneficios posible en las condiciones imperantes en el mercado.
Las relaciones humanas son esencialmente las de autómatas enajenados, en los que cada uno basa su seguridad en mantenerse cerca del rebaño y en tener cuidado que su pensamiento, sus acciones y sus sentimientos sean aceptados; aunque no congruentes. De ahí la absurda constante de tratar de quedar bien con los demás. Como comprando una posición en la vida, aunque sea a riesgo de perder nuestra autenticidad y usando una máscara que nos obliga a aparentar lo que no somos.
Esto produce tanto dolor emocional que es la primera causante de infinidad de enfermedades físicas y emocionales.
De la misma forma que todos tratan de estar tan cerca de los demás como sea posible, todos permanecen tremendamente solos, invadidos por el profundo sentimiento de inseguridad, de angustia y de culpa que surge siempre que es imposible acatar las exigencias superficiales y materiales de nuestra sociedad post-modernista.
Tu valor ya no lo define la ética, ni el talento, ni la inteligencia; muchas veces ni tu calidad humana. Los valores se cambiaron y ni nos dimos cuenta.