La doctrina militar. Aclaración necesaria
En la elecciones generales de 1985, libres, limpias y transparentes, donde los votos fueron contados uno a uno, echándose saliva en los dedos de vez en cuando para no dejar ir dos por uno, salió vencedor por amplio margen el Licenciado Vinicio Cerezo Arévalo.
¿Quién era Vinicio Cerezo?
Un personaje que se había formado como político en las puras calles, gastando la poca suela que quedaba de sus zapatos, gaseado, apaleado, a veces en la vida pública, otras en la clandestinidad.
El muchacho canche de pelo alborotado que palmo a palmo se ganó la simpatía de la población.
Nosotros, que estábamos de alta en el Ejército, sabíamos de su amplia simpatía y contacto con la guerrilla terrorista que asolaba el campo y la ciudad.
Un conocido político de la época, en plena campaña del 85, me llamó para acordar una reunión. En ella, junto a otro líder político, me pidieron darle un mensaje al General Mejía Victores, era simplemente pedirle encarecidamente, declarar públicamente que si Vinicio ganaba no se le entregaría la presidencia, por ser comunista.
Realmente me pareció una locura esa solicitud, aclaré que la batalla no era entre Ejército y políticos. Era, más bien la participación del Ejército en contra de grupos de terroristas armados, que aterrorizaban campesinos violándoles todos sus derechos humanos, hasta el derecho de existir. Y si no querían que ganara Vinicio, pues que presentaran al pueblo un programa de gobierno coherente con sus aspiraciones, posible de ejecutar con personas honestas.
Sabíamos quién era Vinicio. Mientras ocupaba una curul en la Asamblea Nacional Constituyente, solo por mencionar un ejemplo, lo visitó una delegación de vecinos de Chisec, para solicitarle su intermediación para con el General Mejía Victores a efecto que enviara un destacamento militar a esa población, debido a las constantes incursiones de la guerrilla.
La respuesta fue: no sean babosos, no pidan destacamento militar y únanse a la guerrilla.
Pero el pueblo votó por él y fue juramentado como el ley corresponde.
Vinicio conoció algo que ignoraba, el Ejército de Guatemala, recibió personalmente las apreciaciones estratégicas que el Estado Mayor de la Defensa Nacional le presentaba mensualmente y estoy seguro que fue cambiando su manera de ver las cosas.
Vinicio, ni consciente del arraigo que tenía entre la población, se atrevió a sugerir un cambio en la doctrina militar, su diáfana inteligencia le permitió entender que el Ejército evoluciona más rápido que cualquier expresión de la nación.
Y es que, aunque la ley dice que el Ejército es obediente y no deliberante (palabra que algunos confunden con beligerante) no existe ninguna institución del Estado, que sea tan organizada y deliberante como el Ejército. Eso es parte intrínseca de su doctrina.
Doctrina que es eminentemente evolutiva de acuerdo con los constantes análisis de las expresiones nacionales, no por la voluntad, capricho o antojo de un presidente. Caso contrario, todos los presidentes que han pasado puliendo la silla presidencial con su trasero habrían organizado su propio ejército con su antojadiza doctrina.
La diferencia en el ejército, es que la deliberación es metódica, ordenada, libre pero disciplinada, que se abre cuando el Comandante somete a discusión los probables cursos de acción y se cierra cuando el Comandante toma la desición, la cual se adopta como única por todos los involucrados.
El actual mandatario no debe permitirse el exabrupto de manifestar públicamente asuntos que corresponden a la intimidad del Ejército, porque lo están escuchando oficiales profesionales que han sido formados bajo circunstancias sui géneris de academia y operaciones y que han visto pasar toda clase de políticos por el despacho presidencial, pero ellos siguen siendo, ante todo, soldados de Guatemala.
El presidente es Comandante General del Ejército, pero eso no lo hace soldado profesional y sus funciones están perfectamente delimitadas en la Constitución Política de la República de Guatemala. No puede arrogarse otras funciones y menos prohibir que la oficialidad pueda distinguir entre el bien y el mal.