Karol G: un concierto que develó la agonía del urbanismo
Sintetizado de la forma más simple, «urbanismo es la disciplina que estudia y planifica las ciudades, las regiones donde estas se ubican y el comportamiento de la sociedad con respecto a estas».
El reciente concierto de la reguetonera Karol G dejó al descubierto que, incluso áreas exclusivas de residencia, como Cayalá, sufren los efectos de la carencia absoluta de un enfoque urbanístico en la ciudad de Guatemala, además de la violencia social latente y explosiva, que en cualquier momento estalla en tragedias como los recientes sucesos en Cayalá.
Una mujer, embarazada y acompañada por sus dos hijos, así como dos hombres, fueron asesinados a tiros en Cayalá, después del concierto. Christian Heinemann fue detenido con una pistola 9 milímetros y sin licencia de portación.
El presunto responsable es un «cuidador de carros», oficio que ninguna ciudad donde exista el mínimo asomo de urbanismo debería permitir. Los «cuidadores de carros» proliferaron a finales de los años noventa en la capital guatemalteca y se impusieron por la vía de la violencia y extorsión, rompiendo los vidrios de los autos cuyos dueños no accedían al «cuidado», consistente en la supuesta vigilancia del vehículo, para evitar el robo, a cambio de algún dinero, que probablemente en el área de Cayalá, es un monto bastante más alto de lo acostumbrado.
Según reportes de prensa, Heinemman habría causado daños al auto que cuidaba a cambio de un pago, y al ser increpado por los tripulantes, que retornaban del concierto, disparó contra ellos.
Además de la tragedia, vecinos de Cayalá comentaron en redes que cada concierto colapsa la zona 16, Bulevar Vista Hermosa y Calzada la Paz. Los pleitos y balazos no son extraños en el contexto de los conciertos, que afectan a tres o cuatro zonas capitalinas, mencionan los vecinos en chats y redes.
En contraste, cuando cualquier emprendedor decide instalar un negocio con música, la Municipalidad capitalina se encarga de terminar con dicho emprendimiento, señalan.
Además de la tragedia que cobró vidas en Cayalá, Antigua Guatemala también expone la carencia de una política municipal apegada al urbanismo. La restricción a la circulación vehicular, motivó una evidente disminución en el comercio y consumo. A diferencia de otras Cuaresmas, este año los restaurantes y comercios de Antigua lucen vacíos.
Que el alcalde Juan Manuel Asturias haya modificado levemente el horario de restricción para los vehículos, argumentando que responden al horario y recorrido de las procesiones, refuerza la imagen de una situación caótica y la carencia de planificación en la ciudad colonial, donde estas fechas son cruciales para su economía, bastante golpeada a raíz de las restricciones por la «pandemia».
Cayalá y Antigua, dos sitios de paseo bastante elitistas, con diferentes alcaldías, son las puntas de iceberg del desastre en cuanto urbanismo que vive Guatemala, donde la crisis del entorno urbano en áreas marginales como los barrancos y «ciudades dormitorio», evidentemente es mucho más dramático.
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