Iván Velásquez, nuevo embajador de Colombia ante el Vaticano
El Vaticano otorgó oficialmente el beneplácito a Iván Velásquez como nuevo embajador de Colombia ante la Santa Sede. La decisión coincide con la muerte del papa Francisco, convirtiendo al nombramiento en uno de los últimos actos administrativos firmados por el pontífice antes de su fallecimiento.
Redacción
Velásquez, figura cercana al presidente Gustavo Petro, salta ahora al escenario diplomático internacional en un contexto marcado por su controvertido paso como ministro de Defensa y su historial como excomisionado de la extinta Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), donde acumuló críticas y señalamientos por su constante abuso de poder.
Su llegada al Vaticano representa no solo un cambio de rumbo en su carrera, sino también una retirada estratégica del ámbito nacional y regional. Luego de una gestión cuestionada al frente del Ministerio de Defensa, marcada por tensiones internas, crisis militares y una pérdida de autoridad en el manejo de las Fuerzas Armadas, Velásquez deja atrás sus responsabilidades operativas para refugiarse en la diplomacia vaticana, bajo el ala protectora de Petro.
El reemplazo de Alberto Ospina Carreño por Velásquez se formalizó el lunes 21 de abril, el mismo día en que se anunció el fallecimiento del papa Francisco. La coincidencia no pasó desapercibida, y marca un momento simbólico tanto para la Iglesia Católica como para las relaciones entre Colombia y la Santa Sede, justo cuando se prepara un cónclave para elegir al nuevo pontífice.
Aunque su nombramiento fue recibido con reservas en algunos sectores diplomáticos, finalmente se le concedió el beneplácito. El movimiento puede leerse como un premio político para un funcionario leal al petrismo, que ahora buscará reposicionarse desde Roma en medio de un escenario eclesiástico global.
La trayectoria de Velásquez ha estado siempre marcada por buscar politizar la justicia. Desde su actuación en Guatemala hasta su entrada al gabinete de Petro, ha sido una figura polémica, admirada por algunos sectores de izquierda y rechazada por otros que lo acusan de debilitar el estado de Derecho.
Ahora, desde la embajada ante el Vaticano, Iván Velásquez asume un rol más discreto, pero no menos estratégico. Representará a Colombia en uno de los centros de poder moral y espiritual más relevantes del mundo, en un momento de transición para la Iglesia y, quizás, también para su propio futuro político.