Intentos de imponer una agenda internacional
Intentos de Injerencia en Guatemala: El Rol de las ONGs y el Gobierno de EE. UU. en la Imposición de una Agenda Internacional.
Redacción
Del 6 al 10 de octubre, el Central America Donors Forum, organizado por la Seattle Institute Foundation, reunió a más de 1000 personas de 400 organizaciones, medios de comunicación y actores internacionales. Durante este evento, se evidenció una narrativa preocupante que busca imponer una agenda externa en Guatemala, afectando la estabilidad social y política del país. Las ONGs, principalmente de origen norteamericano, junto con el propio gobierno de EE. UU., parecen estar impulsando una serie de estrategias destinadas a polarizar y desestabilizar el escenario político guatemalteco.
El evento fue una plataforma para la promoción de un discurso que presenta a Guatemala como un «territorio en disputa», cooptado por instituciones que, según los ponentes, actúan de manera autoritaria. Sin embargo, esta acusación de «autoritarismo» carece de una definición clara, lo que resulta en un análisis superficial y sesgado de la realidad política del país. En los paneles se destacó una narrativa que busca socavar la legitimidad de instituciones clave, como el Ministerio Público (MP), proponiendo su desmantelamiento paulatino, y promoviendo la idea de un golpe de Estado a través del sistema de justicia.
El primer panel, titulado «El imperativo para defender la democracia en Guatemala», proyectó una visión distorsionada de las recientes elecciones y la transición democrática del país. Se hizo énfasis en la supuesta exclusión sistemática del pueblo indígena y se fomentó la idea de que solo a través de la injerencia externa y la presión de ONGs internacionales se puede «recuperar» la democracia. Declaraciones como las de Ana Glenda Táger, secretaria privada de la presidencia, quien comparó al Ministerio Público con un monstruo que debe ser eliminado poco a poco, revelan una preocupante postura de intervención.
Por otro lado, el papel de figuras como Luis von Ahn y su Fundación fue destacado, con Rodrigo Barillas, representante de la Fundación, afirmando abiertamente que apoyaron financieramente la campaña del actual gobierno. Según Barillas, von Ahn donó US$100,000 durante las elecciones y tiene planeado aportar US$13 millones más en los próximos tres años para «fortalecer la democracia». Sin embargo, no se ofrecieron detalles sobre cómo se utilizarán estos fondos, lo que deja en entredicho la transparencia de estas iniciativas.
Otro de los ejes del evento fue la idea de articular un diálogo entre el sector privado y las autoridades indígenas, promovido por el gobierno actual como una «innovación». Sin embargo, esta estrategia, que se presenta como un intento de incluir a actores históricamente excluidos, parece ser más una táctica de polarización que una verdadera búsqueda de consenso.
En el segundo panel, titulado «Autoritarismo desafiado por el periodismo colectivo», se promovió una narrativa que retrata a los medios tradicionales como obsoletos y se resaltó la importancia del periodismo financiado por donantes internacionales. Los participantes hablaron de la «dignificación» de la labor periodística a través de fondos externos, mientras aceptaban abiertamente que dependen de embajadas y ONGs para financiar sus operaciones, lo que plantea serios cuestionamientos sobre su independencia.
El financiamiento extranjero de periodistas y la creación de plataformas alternativas como Whatsapp para la difusión de información también fueron temas clave. Sin embargo, esta estrategia, que supuestamente busca contrarrestar la desinformación, no es más que otro medio para promover una agenda externa, con escasa o nula participación del sector privado nacional.
Es evidente que, bajo el disfraz de defensa de la democracia y los derechos humanos, se está promoviendo una injerencia externa que busca alterar el curso natural del desarrollo político y económico de Guatemala. El gobierno de EE. UU., a través de sus donantes y ONGs, parece estar jugando un papel clave en esta estrategia, que no solo polariza aún más el país, sino que también amenaza con desestabilizar la ya frágil democracia guatemalteca.
Guatemala enfrenta desafíos internos significativos, pero la solución no vendrá de agendas impuestas desde el exterior, sino de un diálogo genuino entre los actores nacionales que respete la soberanía y las instituciones del país. Es imperativo que las fuerzas productivas de Guatemala se mantengan vigilantes ante estos intentos de desestabilización y trabajen por un futuro donde el desarrollo se logre con soluciones locales y en beneficio de todos los guatemaltecos.