Guatemala se sube al Tren Maya: otra apuesta fallida de la izquierda
Mientras en México el Tren Maya enfrenta serios cuestionamientos por su viabilidad económica, su impacto ambiental y su escasa utilidad, el gobierno de Guatemala confirma su intención de sumarse al proyecto. El secretario de Comunicación, Santiago Palomo, aseguró este lunes 21 de abril que continúan las coordinaciones con México para extender el Tren Maya hasta territorio guatemalteco, actualmente en una etapa de elaboración técnica.
Redacción
Sin embargo, la posible llegada del tren no está exenta de polémica. En su país de origen, la megaobra ferroviaria ha costado más de 500 mil millones de pesos mexicanos, ha provocado la deforestación de más de 11 mil hectáreas, y ha contaminado cenotes y ríos subterráneos en la península de Yucatán.
A pesar del gasto colosal y del discurso triunfalista del expresidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, el tren circula con vagones semivacíos, incluso en temporada alta. Hoy, a un año de su inauguración, no solo es blanco de críticas por su eficiencia, sino también por los daños ambientales irreversibles que ha dejado a su paso.
En el caso de Guatemala, las declaraciones de Palomo no incluyen detalles sobre estudios de impacto ambiental o participación ciudadana. Lo que sí se sabe es que la ruta podría modificarse para evitar ingresar directamente desde México, con una alternativa que conectaría a través de Belice, un dato que genera más dudas que certezas.
Además, Claudia Sheinbaum adelantó que abordarán el tema enfocándose en una «infraestructura ferroviaria y portuaria», que proteja la selva petenera.
El interés de Guatemala por sumarse al proyecto parece ignorar la lista creciente de alertas rojas: desde el colapso ambiental del tramo 5, hasta la necesidad de retirar mallas metálicas que impiden el paso de fauna nativa, según la propia Semarnat. La comunidad científica y ambientalista mexicana ha exigido declarar reservas de biosfera alrededor del tren, intentando detener mayores daños.
Si algo ha dejado claro la experiencia mexicana es que el Tren Maya no es una historia de desarrollo sustentable, sino una advertencia. Su eventual llegada a Guatemala exige un debate serio, profundo y responsable. Porque no se trata solo de rieles y locomotoras, sino de decidir qué modelo de país queremos construir.