Gobierno reconoce fracaso en seguridad: Arévalo anuncia cambios en el Mingob, pero mantiene a Jiménez al frente
Tras meses de escalada de violencia, el Ejecutivo promete una nueva estrategia de seguridad, pero persiste la duda: ¿por qué sigue Francisco Jiménez en el cargo tras minimizar la crisis y fallar en ofrecer resultados?
Redacción
Luego de una preocupante alza en los índices de violencia y homicidios, el presidente Bernardo Arévalo anunció este 2 de junio una reestructuración en el Ministerio de Gobernación (Mingob).
La medida reconoce, por primera vez de forma oficial, que la estrategia de seguridad pública ha fracasado. Sin embargo, el anuncio dejó una interrogante central: ¿por qué Francisco Jiménez continúa al frente de una cartera que no ha dado resultados?
Como parte de los cambios, se designaron nuevas autoridades en áreas clave: José Portillo fue nombrado viceministro de Seguridad; Claudia Palencia asumió como viceministra de Antinarcóticos; y Ludin Godínez tomó el cargo de director del Sistema Penitenciario. Pese a esta reconfiguración, Jiménez seguirá liderando el Mingob, ahora con la misión de rediseñar la estrategia operativa. Una apuesta que despierta escepticismo.
Las críticas hacia Jiménez han sido constantes durante los últimos meses. El ministro fue duramente cuestionado por restar importancia a la creciente ola de homicidios, atribuyéndola a una “percepción” distorsionada por redes sociales. Incluso, llegó a minimizar la amenaza del crimen organizado, diciendo que el repunte de ataques se debía a “respuestas aisladas” tras operativos contra pandillas.
Esta postura contrastó con la realidad de los datos: según informes preliminares del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), hasta mayo de 2025, el país acumuló más de 1,700 muertes violentas, un aumento significativo en comparación con el mismo período de 2023, cuando se reportaban alrededor de 1,300.
El fracaso del Mingob no solo se refleja en las cifras, sino también en la percepción ciudadana. En zonas urbanas y rurales, el miedo y la inseguridad se han convertido en parte de la rutina diaria. Mientras tanto, el gobierno tardó más de un año en reconocer públicamente que su estrategia era ineficaz.
¿Tiene sentido mantener en su cargo al principal responsable político de una política fallida? Esa es la pregunta que resuena con fuerza tras el anuncio presidencial. El rediseño estructural puede resultar insuficiente si no se acompaña de una verdadera rendición de cuentas y una voluntad de corregir errores, incluso si eso implica remover figuras clave del gabinete.
La promesa del gobierno es ahora redoblar esfuerzos y lograr resultados concretos. Pero después de más de un año sin avances, el tiempo del beneficio de la duda se ha agotado.
