Geohistoria e historia alternativa I. Un aporte para comprender el presente
Geohistoria
La geohistoria como ciencia social se relaciona íntimamente con la evolución del ser humano, a partir de su asentamiento. Uno de los primeros aportes de esta ciencia, es el de Tovar. R. (1996[1]), que hace referencia a: “… la organización diferenciada del espacio estructurado por los grupos humanos dentro de condiciones históricas determinadas”.
La geohistoria es fundamental para relacionar la política y la geopolítica, comprendida “como vida y movimiento, cambio y transformación” (Milá 2004: 5), interesada igualmente por el aspecto geográfico de las relaciones interestatales, como de las relaciones internacionales[2]. Esta cita, sustenta el interés de Thomas Jefferson (1805), por Cuba, “… para asegurar la defensa de Luisiana y de la Florida pues era la llave del Golfo de México” (Salim Lamrani. 2013). El valor de la isla cubana quedó demostrado cuando la URSS instaló misiles soviéticos en Cuba apuntando hacia EE. UU (1962).
La concepción geoestratégica de Jefferson fue ampliada posteriormente hacia el Golfo de Honduras y, en consecuencia hacia Centroamerica y Panamá. Región utilizada actualmente como parador de paso por los migrantes procedentes de Sur América, Africa y Asia, que ven en Estados Unidos la tierra prometida.
Historia alternativa
En cuanto a la historia alternativa, es valedero tomar en cuenta la propuesta de Roese (1997)[3], en cuanto a su carácter de: “Disciplina que imagina tenues cambios ficticios de un hecho histórico, lo cual da lugar a cambios espectaculares en la sucesión de acontecimientos posteriores a ese hecho, produciéndose una realidad alternativa a la nuestra, debido a que la sucesión de acontecimientos discrepa cada vez más a partir del hecho histórico que ha sido alterado”.
La geohistoria y la historiografía son perentorias para desmentir la pos verdad y la historia alternativa, construidas convenientemente a partir de la firma de la paz (1996), centradas en la supuesta existencia de una guerra civil.
Guerra civil o enfrentamiento armado interno
Aclarar lo relacionado con la ingrata experiencia del enfrentamiento armado, es consistente con la visión de una nueva nación, que a partir de la comprensión real de las vivencias pasadas, permitirá construir nuevos recuerdos y nuevas bases de entendimiento intra-nación, agenda obviada por los políticos y por quienes han gobernado el país; que ha resultado útil para los hacedores de la historia a la medida de sus intereses finacieros e ideológicos, que insisten en calificar lo acaecido en Guatemala de enfrentamiento armado interno o guerra civil; elaborando varias definiciones y acepciones al antojo de los nuevos pregoneros de la verdad abosuluta, sobre lo sucedido en nuestro país desde el descubrimiento español (1524) hasta nuestros días (2024).
Es importante aclarar que la expresión guerra civil, no está reconocida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), lo que deja en libertad para que académicos y expertos la adopten de acuerdo a su interpretación personal, para reducir o aumentar la percepción de un conflicto o enfrentamiento armado. El concepto general de guerra civil requiere tres condiciones: Pérdida de control sobre parte del territorio; incremento de víctimas mortales y organización de los rebeldes.
Los protocolos de Ginebra (1949), no entran a definir lo concerniente a la caracterización de Guerra Civil. Pero, no por ello omiten las condiciones para reconocerla: “El bando rebelde debe estar en posesión de parte del territorio nacional, las autoridades rebeldes deben tener autoridad civil de facto sobre la población de determinada porción del territorio nacional; los insurgentes deben ser reconocidos en cierto grado como beligerantes y el gobierno legal debe haber sido obligado a usar las fuerzas del ejército regular contra los insurgentes organizados militarmente”… Lo cual, acuciosos lectores, no ocurrió en Guatemala; como sucedió el el Salvador, en donde el FMLN llegó a controlar la mitad del territorio y libró sus últimas batallas en San Miguel, Santa Ana, Zacatecoluca, Usulután y Chalatenango, lo que favoreció el reconocimiento de beligerante por Francia y México (26/08/1981), impulsando el fin de la guerra civil (1992)
Los impulsores de la nueva verdad acerca de lo que sucedió en Guatemala (1960-1996), decidieron utilizar indiscriminadamente el término de genocidio, que de acuerdo a su caracterización tampoco existió. Afirmación respaldada con diecinueve (19) amnistías promulgadas (1960-1996), siendo la última la Ley de Reconciliación Nacional, que por corrección política y en agradecimiento a la comunidad internacional, no se le bautizo como amnistía.
En suma, la Geohistoria y la Historiografía son indispensables para reconstruir el pasado, desmentir la pos verdad y cuestionar la historia alternativa, que se han fabricado desde los años posteriores a la revolución de octubre hasta la firma de la paz (1951-1996), con afirmacione centradas en la supuesta existencia de una guerra civil (1960-1996), negando que el origen del conflicto nació de las entrañas de la Constitución del 1945.
[1] citado por Elizabeth Aponte (2011) REVISTA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES.
[2] Calm. (r) Jean Jesu Doig Camino. APUNTES DE DOCTRINA MARÍTIMA
[3] Citado en LA HISTORIA ALTERNATIVA COMO HERRAMIENTA DIDÁCTICA: UNA REVISIÓN HISTORIOGRÁFICA. Julián Pelegrín (2010).