Flor de Pascua: planta mesoamericana que se convirtió en emblema de la Navidad
Mucho antes de convertirse en la reina de las decoraciones decembrinas, la flor de Pascua ya tenía un profundo significado en México y Centroamérica. Se le conocía como flor de Nochebuena porque su ciclo natural coincidía con el solsticio de invierno y con las celebraciones que coinciden con la Navidad.
Redacción
Los pueblos náhuatl la llamaban cuetlaxóchitl, la “flor de cuero”, y la utilizaban en ceremonias durante el mes de Panquetzaliztli, dedicado al dios Huitzilopochtli a finales de diciembre. Su intenso color rojo simbolizaba renovación, vida y el inicio de un nuevo ciclo solar.
Con la llegada del cristianismo, esa tradición indígena se fusionó con la festividad de la Natividad, de modo que para el siglo XVI la población ya colocaba la planta en templos y casas durante la víspera de Navidad, de ahí el nombre “Nochebuena”.
Su salto internacional llegó en 1828, cuando Joel Roberts Poinsett, primer embajador de Estados Unidos en México, envió los primeros ejemplares a su país. Allí fue bautizada como poinsettia y comenzó a difundirse entre botánicos y coleccionistas.


A inicios del siglo XX, la familia Ecke, de inmigrantes alemanes que, a través de su negocio Rancho Ecke en California perfeccionó su cultivo y la impulsó como símbolo navideño mediante una estrategia comercial agresiva: regalar plantas a programas de televisión y revistas durante diciembre.
Los Ecke mejoraron su cultivo, la produjeron en masa y ejecutaron una estrategia de marketing pionera: enviaban plantas gratuitamente a estudios de televisión, revistas y sets navideños, logrando que la imagen de la flor de Pascua apareciera en todos los especiales decembrinos.
Para los años cincuenta, la poinsettia ya era considerada en Estados Unidos como la flor oficial de la Navidad. La tendencia se expandió rápidamente por Europa y América Latina.

En países como Guatemala, donde la planta posee raíces culturales más antiguas, la tradición se reforzó y evolucionó: mercados, viveros y hogares la incorporan desde finales de noviembre, en variedad de tonos: rojo, blanco, rosado, convirtiéndola en un símbolo inseparable de las fiestas.
Hoy, su presencia domina mercados y hogares desde finales de noviembre. Roja, blanca o rosada, la antigua cuetlaxóchitl sigue viva en cada temporada navideña, uniendo tradición mesoamericana y cultura global.








