Falsas promesas…y fotógrafo personal
«El día que yo tome posesión como Presidente de la República, el salario presidencial va a bajar. Y vamos a hacer una revisión de los salarios públicos, sin esperar a que el Congreso diga si lo va a hacer o no», dijo Bernardo Aévalo en campaña.
«El pez, por la boca muere» parece dedicado no sólo a Arévalo, sino a muchos otros ex mandatarios. El más cercano, Alejandro Giammattei, quien en su toma de posesión, juró con los ojos llenos de lágrimas y la voz entrecortada que enfocaría todos sus esfuerzos a erradicar la desnutrición.
Por supuesto, como era de esperarse, no cumplió y por el contrario, los negocios del MAGA en el tema de los alimentos evidenciaron que para el gobierno de Giammattei, lo menos importante era paliar la desnutrición, que durante la pandemia pasó de crónica a aguda, lo que es muy lamentable ya que la desnutrición aguda se produce cuando una familia deja de tener recursos para alimentarse. A eso nos llevó el abordaje que aquel gobierno diera a la «pandemia».
Regresando a la nueva administración, en poco más de dos meses no se aprecia ningún esfuerzo gubernamental por sostener todas sus promesas de «lucha contra la corrupción» y reducción del gasto público. Por el contrario, la dilapidación de recursos, la duplicidad de funciones en instituciones y personal, son el sello característico del gobierno actual.
Vinicio Cereso fue muy criticado por sus numerosos viajes y la prensa lo apodó Odiseo. Cerezo visitó la mayoría de países de Europa Occidental, todos los de Hispanoamérica y Estados Unidos, a donde viajó tres veces. Todo pinta a que Arévalo va a superar con creces a su familiar ex presidente, ya que hasta ahora, realizó la «gira europea», además de varios viajes a EE.UU, antes de tomar posesión.
Todo esto puede voltearse y convertirse en fuerte oposición al gobierno, si sus viajes oficiales no llevan aparejada la implementación de políticas públicas para mermar algunos de los principales problemas de Guatemala, que van desde la desnutrición a la violencia criminal, pasando por hechos corruptos o dudosos, como la contratación de Daniel Hernández como fotógrafo oficial del mandatario, quien actúa como si fuera un personaje de la realeza, teniendo a un equipo de fotógrafos en Comunicación Social.
Evidente agravio comparativo para los fotógrafos profesionales que trabajan en el Palacio Nacional de la Cultura, ya que Hernández ganará más de Q.300 mil al año, mientras ellos perciben alrededor de Q.96 mil anuales. Según la página Tu salario.org, señala:
«Después de 25 años de experiencia laboral, fotógrafos ganan un salario mensual que oscila entre Q5,672 y Q19,246″.
Las críticas a la contratación de Hernández motivaron respuestas bastante ingenuas, como que «En Guatemala los salarios son bajos y él es un gran artista». Para quien antes de esto desconocía la trayectoria de Hernández, en primer lugar fue fotógrafo oficial de Rigoberta Menchú. El «angel» del libro REMHI es obra de Hernández, artista laureado por el gobierno francés con la orden de Caballero y Oficial de la Orden de las Artes y las Letras, en 2005 y 2017.
Realizó cerca de 70 exposiciones, entre individuales y colectivas, en varios países. Hernández, ex candidato a concejal por Semilla en 2019, es claramente izquierdista y esto no debería ser obstáculo cuando se habla de la calidad de su trabajo fotográfico. Sin embargo, su contratación plantea varias dudas:
¿Por qué un artista tan exitoso accede a trabajar para el Estado? ¿Por qué Hernández también aceptó un contrato con Alejandro Giammattei? y sobre todo:
¿Para qué necesita el mandatario un fotógrafo personal, como si fuera titular de la Casa Blanca y especialmente, por qué este artista fue contratado por la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia?