Maras: terroristas o delincuentes comunes, el laberinto de Arévalo
Por Julio Abdel Aziz Valdez
¿Hay acaso una gran diferencia? En la práctica es una diferencia conceptual, ya que para la primera el móvil es la acción política utilizando para ello la violencia y, para la segunda es simplemente el agenciarse de ingresos y poder por medio de acción delictiva.
Ambos actores utilizan la violencia no solo como recurso directo sino también indirecto, o sea, la muerte es una amenaza real, ejemplo, un extorsionador debe comprobar que esta “hablando en serio” cuando dice que si no le pagan habrá muertos. Los terroristas por su parte actúan igual, excepto que usan a veces conceptos discursivos más elaborados, ejemplo el asesinato recién de Chalie Kirk en Estados Unidos.
La justificación fue que el hoy fallecido esparcía discursos de odio, por lo que su muerte era “un mal necesario para acabar con el fascismo”. Yo sé que esto es completamente discutible, pero al final es un discurso.
Si utilizáramos el concepto de terrorismo mencionado, es fácil determinar que las maras no lo son, empezando porque son delincuentes con muy pocas luces intelectuales y actúan más como una tribu, depredadores puros. Esto daría algo de razón a los diputados que votaron en contra de que se les calificara como terroristas, aunque la verdad ellos actuaron así más por capricho que por utilizar el discernimiento.
Pero si lo vemos desde otra perspectiva, cabe el concepto. Actualmente, las maras son un problema social, tienen bajo su dominio amplísimas extensiones de territorio por medio de la extorsión, asesinato y amenaza. Esto les ha permitido acumular dinero y con ello influencia y asistencia legal.
Por otro lado han hecho alianza con el narcotráfico, por lo que la amenaza a la sociedad es real y no solo a los sectores más depauperados. Las extorsiones amenazan el crecimiento económico de amplios sectores. Otra vez, este razonamiento no es complejo, lo que sí parece complejo es la excusa de que no se necesita cambiar la definición de delincuente a terrorista porque es irrelevante.
Ciertamente, en Guatemala no todos los delitos son cometidos por las maras, pero entre ellas, sus imitadores y sus aliados que son los narcos, se llevan al menos 3 cuartas partes de todos los delitos contra el patrimonio, asesinatos y extorsiones, por lo que su existencia misma mina los cimientos del Estado, en esto tiene razón el ministro de Gobernación, pero la negativa a declararlos terroristas deviene claramente de un posicionamiento ideológico.
Un gobierno abiertamente de izquierda no está dispuesto a endilgar un calificativo que solo puede surgir, según ellos, de gobiernos de derecha. En Guatemala, la guerrilla comunista si era considerada como terrorista por todos los gobiernos hasta 1986.
Cuando la guerrilla dejó de considerarse como terrorista, se abrió de par en par la posibilidad para negociar con ellos, a partir de las presiones internacionales. Casi estoy viendo que las autoridades actuales puedan contemplar esta posibilidad, como lo hicieron muchos gobiernos salvadoreños antes de que Bukele implantara las medidas actuales, que parecen tener a las maras bajo control.
La declaración de terrorista no solo debe verse como un acto para congraciarse con el gobierno norteamericano actual, ya que como hemos visto en más de 100 años de historia, sus propias políticas cambian de periodo en periodo presidencial.
Tiene que ver con declarar la guerra a quienes hace al menos treinta años están destruyendo a la nación y merecen que todo el peso de la ley caiga sobre ellos, sus actividades legales e ilegales, bienes, cultura y sobre todo la estructura de soporte, que les provee servicios jurídicos, financieros, y hasta el decomiso de todos los inmuebles que usan como casas de seguridad. ¡Ya basta!