El mundo en el que vivimos
Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable. Voltaire
Por Carlos Torrebiarte, originalmente publicado en Nuestro Diario
La decadencia del mundo occidental es evidente y lleva gestándose por años desde el interior de países lideres; en un proceso de autodestrucción que no ha necesitado tropas enemigas. El culto al cambio climático es la nueva religión que ha logrado manipular a millones de personas y mantenerlas indiferentes a otras realidades. Es una batalla en la que no hay armas, pero que resulta en una sociedad frágil a través del consumo de drogas, crímenes sin castigo, trastornos mentales, inmigración descontrolada, imposición de géneros y menosprecio a la autoridad, leyes y propiedad privada. Para ejercer control, cambian leyes y eliminan cualquier oposición con el pretexto de favorecer la democracia. Los gobiernos solo ejecutan, como títeres, las agendas diseñadas por elitistas del foro económico mundial que utilizan el poder y el engaño para enriquecerse y dominar al mundo.
No es casualidad lo que está ocurriendo en el “primer mundo”. El gobierno de Estados Unidos mantiene una deuda insostenible de 34 trillones de dólares, abrió sus fronteras a la inmigración ilegal y está enjuiciando al principal opositor político en las próximas elecciones, mientras el gobierno de Canadá propuso una ley para acusar legalmente a personas “antes de que cometan un crimen” cuando se opongan a las políticas estatales. El gobierno de España está legalizando una amnistía en la que perdonará a insurrectos, asesinos y corruptos de las provincias separatistas y varios países europeos enfrentan huelgas de agricultores cansados de las políticas y regulaciones que la burocracia les impone.
En Guatemala ya se discuten leyes con títulos bonitos para incrementar la burocracia y regulaciones, lo que provocará el aumento del precio de la canasta básica y la corrupción. Un gobierno títere de los títeres.