Destruyendo el futuro económico de Guatemala: la innecesaria ley de competencia y una visión opaca de país
Una vez más, tristemente, está resonando la idea de la supuesta necesidad de una ley de competencia. Algunos afirman que «alrededor del mundo, estas normativas aseguran mercados accesibles, libres y equitativos, permitiendo la entrada de diversas empresas y protegiendo a los consumidores de prácticas abusivas y desleales» (Gómez, 2024). Me gustaría que nos diera algunos ejemplos de países donde las “leyes de competencia” han logrado su objetivo. Pienso que el argumento no es: como los demás países lo tienen, debemos tenerlo. Sería terrible.
Piden además «la independencia presupuestaria del ente regulador» y que ningún mercado se quede fuera de esta regulación. Lo que yo pido es saber de dónde saldrán los fondos. ¿Crearemos algún impuestito nuevo? ¿lo haremos a través de deuda? ¿será a través del peor impuesto de todos: la inflación? Créanme, hacer más grande al Estado no generará mayor competencia.
Le informo, señor Gómez, que la competencia no surge a partir de crear más regulación, es justamente al revés: la competencia nace al eliminar las regulaciones absurdas y excesivas.
Imaginemos, aunque sea bastante complicado, que el gobierno actual es el más benevolente y honrado que ha puesto pie en este mundo, por lo tanto, está exento de la siguiente idea. ¿No será utilizado este nuevo ente regulador para hacer persecución política a empresas que difieran del gobierno? Por supuesto, esto lo haría quizá el próximo gobierno, este clarísimo que no haría tal cosa. Claramente tampoco será otro foco de corrupción.
Guatemaltecos, no se dejen dar más atol con el dedo. La competencia surge donde no hay barreras de entrada y salida para los capitales, surge donde las personas son LIBRES para intercambiar, surge donde se deja a las fuerzas de la oferta y la demanda operar sin trabas.
¿Aseguro entonces que no existen privilegios en Guatemala? Todo lo contrario, existen, y como ciudadano responsable pienso que no se debe dar ningún privilegio a ninguna empresa, incluso si es nacional, ya que, si es tan buena haciendo lo que hace, que lo haga sin la protección del Estado y seguro le irá muy bien. El privilegio del que hablo, y del que estoy seguro el señor Gómez también, es de aquél que otorga el Estado, solamente el Estado puede crear monopolios y privilegios. La solución es clara entonces, quitar las leyes que actualmente ya están limitando la competencia, y otorgando privilegios, en Guatemala.
No está de más recordar que «Nunca he visto muchas cosas buenas hechas por los que pretenden actuar en el bien del pueblo» (Smith, 1776).