Guatemala ingobernable
Coronel Cecilio Peláez
Gobernar un país como el nuestro no es tarea fácil. Los antecedentes políticos y sociales poseen una influencia muy determinante en las personas y en las instituciones, complicándose más, cuando no conocen su historia.
En la década de los 50s aún había divisiones entre liberales y conservadores, pero fue echando raíces muy profundas la división entre comunistas y anticomunistas.
Por supuesto que los comunistas se escondieron tras una máscara llamada democracia, por la vergüenza propia a identificarse como tales.
Ellos, los comunistas clavaron raíces en nuestro suelo durante el gobierno de Arévalo y con su bendición, cosecharon sus frutos durante el gobierno de Arbenz, fortaleciéndose mediante la repartición populista de fondos públicos, expoliando las fincas nacionales arrebatadas a los alemanes y repartiendo entre su huestes políticas las tierras de particulares que no quisieron adherirse al PGT ensuciando así, el nombre de una reforma agraria que tanto esperaban los campesinos pobres.
Esos campesinos pobres, continuaron sus vidas entre cerros y montañas, abandonados y alejados de un estado expoliador.
El norte de Quiché no fue la excepción. Entre nubosas montañas que se esconden de la vista antes de caer el sol, acompañadas por una brisa eterna que valora el calor del poncho momosteco, permanecieron protegidas por la soledad las comunidades ixiles, hasta que llegó el día en que gente armada se acercó pidiendo apoyo para conformar una facción política-militar, prometiendo el paraíso en una vida llena de riqueza.
Hubo comunidades, muy pocas, que cayeron en el engaño.
Aquellas que se resistieron fueron duramente castigadas.
Las primeras víctimas abatidas fueron quienes integraban la autoridad local; ancianos electos por la misma comunidad por su nivel de liderazgo natural y sabiduría para solucionar dificultades, para ser sustituidos por dirigentes entrenados minuciosamente por la guerrilla para dirigir el conglomerado humano de cada aldea y bautizado con el sugerente título de Frente Irregular Local (FIL) cuya dependencia estaría atada a la jerarquía superior, dentro de la misma comunidad, con el nombre de Comité Clandestino Local (CCL) también nombrado por los terroristas.
Y ¿por qué terroristas? Porque en aquellas comunidades que se resistieron a obedecer a la guerrilla e integrarse a ella, masacraron a los más connotados dirigentes incluyendo a sus familias para dar muestras del grado de barbarie que caería en quienes no abrazaran los postulados de una guerra revolucionaria.
La aldea San Juan Acul fue una de las que sufrieron este método terrorista del mal llamado Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP).
¿Qué deseaba esta organización terrorista? Su objetivo fue la toma del poder político y económico de la nación, tal como lo declararon en marzo de 1960 durante su III Congreso, por la vía de las armas.
Pero la ley suprema que organiza política y jurídicamente el Estado de Guatemala, crea instituciones con fines específicos para transitar en la búsqueda del bien común y, desde luego, a la institución que proteja la soberanía nacional y la paz interior.
En ese contexto se emitió el Plan de Campaña Victoria 82, permitiendo a cada institución del Estado practicar sus funciones en beneficio del bien común y el mantenimiento de la institucionalidad.
Una de las primeras localidades que fueron atendidas fue la aldea San Juan Acul. Mientras la Zona Militar No 20 rescataba de la persecución terrorista a los habitantes de esa comunidad, refugiados en la montaña, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército construía una carretera hacia el futuro asentamiento, el INDE instalaba las líneas de conducción eléctrica, Obras Públicas acometía el agua potable, la Dirección General de Caminos construía calles y avenidas y una Compañía de Construcción del Batallón de Ingenieros del Ejército construía 500 viviendas dignas.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU abastecía víveres y la misión de Taiwán en Guatemala edificaba granjas para crianza de gallinas, pollos de engorde, conejos, cabras lecheras y estanques piscícolas.
El INTA remedia las tierras que los campesinos habían abandonado para entregar, junto al Polo de Desarrollo (que los comunistas del EGP llamaron Aldeas Modelo) los títulos de propiedad. Todo bien.
Pero los aldeanos se quejaron debido a la falta de tierras comunales que sirvieran como astillero.
San Juan Acul colindaba con un ejido de la municipalidad de Nebaj, siendo ellos parte del municipio, el jefe de Estado les asignó una parte de ese ejido. Todos felices.
A partir de la ilegal e ilegítima puesta en práctica de la Justicia Transicional, los politiqueros alborotaron la conciencia, muchas veces comprada, en las comunidades que ya habían celebrado con júbilo el fin de la guerrilla y manipulando la historia lograron enfrentar de nuevo a las familias de la misma tierra, reclamando -la municipalidad de Nebaj- la parte del ejido otorgado a San Juan Acul.
Y hoy, un desinformado e ilegítimo mandatario, en demagogo y vulgar discurso hace entrega a la municipalidad de Nebaj, de “sus tierras, arrebatadas como producto de la estrategia contrainsurgente del Ejército” sin entender siquiera, que San Juan Acul es parte del municipio de Nebaj, sin entender en lo más mínimo que la estrategia de recuperación de la población oprimida por el terrorista EGP es presisamente la que hizo posible qué, aunque fraudulentamente, él llegara a la presidencia.
El objetivo final: ¡reducir a cenizas una obra que fortaleció la institucionalidad y contribuyó de manera determinante a ¡quitar el agua al pez!
¿Florecerás Guatemala?