De la inversión en mantenimiento de carreteras (caja chica de diputados)
La economía de un país se mueve, especialmente, sobre las carreteras.
El daño que un solo bache causa al movimiento vehicular debe ser considerado al momento de evaluar los fenómenos que se oponen al desarrollo económico.
Usemos como ejemplo un cabezal remolcando una rastra con 45 toneladas de carga. El conductor, al detectar el agujero en la carretera, principia a frenar, compresiona el motor, dejando que -lo más lento posible- cada neumático involucrado baje y salga del bache, finalmente acelera de nuevo para alcanzar su velocidad promedio.
Pues bien, eso sucede a quien detecta el obstáculo, desgasta innecesariamente el sistema de frenos, amortiguación, dirección, combustible y partes del motor, amén del tiempo perdido. A quien no ve el agujero le va peor.
Lo enumerado no se produce en Guatemala, excepto el tiempo, se compra al extranjero en dólares y si multiplicamos el número de vehículos por el número de baches, la cantidad de divisas perdidas sin sentido es pavorosa.
Por cada galón de combustible derivado del petróleo que consumimos, pagamos un quetzal de impuesto específico para el mantenimiento de carreteras, sin embargo la entidad responsable de administrarlo ha encontrado en esos recursos una fuente inagotable de corrupción -ignorada totalmente por el Contralor General de Cuentas- que permite vivir cómodamente a funcionarios y diputados mientras los guatemaltecos sufrimos el mal estado de la red vial.
Recientemente, por falta de mantenimiento, un temporal causó el hundimiento del kilómetro 44 de la autopista Palín-Escuintla con las causales conocidas.
El mismo temporal ocasionó varios derrumbes en la CA-9 Norte (Guatemala-Puerto Barrios). La reacción fue arrumar los escombras a la orilla de la ruta, cubriendo completamente las cunetas, creando las condiciones para que, en próxima temporada de lluvias, el agua desfogue sobre el relleno de la ruta con el alto riesgo de provocar serios socavamientos.
La falta de atención oportuna al mantenimiento vial, que podría necesitar una módica inversión, se convierte en desastres que causan millonarios daños a la economía nacional e inversiones cuantiosas que bien se necesitan para ampliar la red de carreteras nacionales.