Temblores y coyuntura…estúpidamente utilizados por maestros y salubristas
MSc. Mario Mérida
Los temblores de la semana pasada nos recordaron a algunos guatemaltecos el terremoto de 1976 y con ello, la pérdida de miles de vidas humanas, los cuantiosos daños a la infraestructura domiciliar y critica, que inspiró al presidente general Kjell Laugerud, la frase: “Guatemala, esta herida, pero no de muerte” y, así sucedió. La respuesta de los guatemaltecos no se hizo esperar, miles de personas salieron a las calles para apoyar al Ejército, que se volcó en ayuda de los damnificados, despejando escombros, distribuyendo alimentos y otros insumos primarios procedentes de países amigos.
Las fuerzas de aire, mar y tierra participaron activamente en el “Plan Aurora”, con la finalidad de rescatar a personas afectadas, sobrevolar el territorio para evaluar los daños, entregar víveres, trasladar personal sanitario y otras provisiones, para atender a la población afectada. A este plan humanitario se sumaron varios pilotos civiles y empresas privadas que pusieron a disposición del gobierno sus aeronaves.
Los esfuerzos de mitigación y recuperación post terremoto, estuvieron a cargo del Comité Nacional de Emergencia, CONE (1969), que aumentó su capacidad de ejecución con apoyo del Comité Nacional de Reconstrucción, CNR (18/03/1976), dirigido por el general Peralta Méndez. Este comité tuvo representación a nivel nacional. Veinte años más tarde fue sustituido por la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres, CONRED (1996).
A la fecha CONRED ha cumplido su función. No hay razón para dudar en la eficiencia de su estructura organizacional, además de disponer de una Política Nacional para la reducción de riesgos (2024-2034).
Sin embargo, la coyuntura actual es grave, a pesar de que los efectos de los sismos no produjeron un alto índice de pérdidas de vidas; que no por ello se dejan de lamentar. Existe cierta incertidumbre con relación a la ayuda que recibirán los perjudicados.
Las secuelas dejadas por la actividad sísmica, hasta ahora, requieren el mejor esfuerzo de la institucionalidad instalada y la coordinación efectiva de la CONRED, que sin la colaboración de la población y personal de las instituciones públicas, no alcanzará el retorno a una mediana nomalidad.
Por ello, son mayormente repudiables las acciones realizadas por sindicalistas de salud, que el jueves decidieron manifestar y bloquear avenidas y calles que han impedido a miles de guatemaltecos incorporarse a sus labores cotidianas; siguiendo el ejemplo de un grupo de maestros, que se manifestaron en favor de las acciones del STEG, bloqueando las principales rutas de comunicación con el interior del país, en instantes en que apenas comienzan las tareas de mitigación.
Finalmente, hay que reiterar la crítica por las acciones de los integrantes del magisterio durante los temblores. Y, a la vez llamar a la reflexión a los verdaderos maestros, que deberían estar en sus comunidades apoyando a las familias afectadas.
Es necesario que los padres de familia, como parte sustantiva de la comunidad educativa, intervengan en favor de sus hijos y tomen el control de la asistencia de los profesores a las escuelas, denunciando a los ausentes ante las gobernaciones departamentales. Asimismo, es conveniente recomendar la puesta en vigencia de un plan de comunicación gubernamental más enérgico, para reducir el impacto de las noticias falsas que abundan en las redes sociales. Además de la incorporación oficialmente de los gobernadores, para el levantamiento de información acerca de los daños existentes en sus departamentos y, elaboración de protocolos de respuesta para situaciones futuras.