Comenzó la batalla cultural
En Guatemala, la batalla cultural no comienza desde donde se veía venir: imposición de agenda LGBT a infantes, aborto y otros temas vinculados. Siendo un país de cristianismo profundamente arraigado, el enfrentamiento entre vida y muerte comienza en el occidental municipio de Cantel, Quetzaltenango, donde diez mil personas caminaron para protestar contra la instalación de un centro espiritista que venera a la “Santa Muerte”.
Dicha imagen es ícono para grupos al margen de la ley o en el límite de esta. Para los guatemaltecos cristianos, es una figura que motiva horror profundo, no solo por su aspecto espantoso y medieval, sino por las implicaciones que todo chapín conoce: altares a la grotesca imagen se divulgan cada cierto tiempo en fotografías que ilustran allanamientos del Ministerio Público (MP) que más de una vez ha incautado viviendas donde se exhiben altares a dicha deidad.
El grupo que instalará su templo a la Santa Muerte el 31 de octubre, se presenta como adepto a la cosmovisión maya. Que en esa amalgama de creencias pretendidamente precolombinas, pero que incluyen prácticas vudú, se incorpore a este ícono perverso, no tiene nada de extraño, si se considera la cercanía de los Castro, Chávez, Maduro, los Ortega, Petro, AMLO, Sheinbaum y más recientemente, Arévalo, con la santería, el espiritismo y los ritos llamados ancestrales.
La explicación de esto, más allá de connotaciones satanistas que pudiera tener, es el aval que el Foro de Sao Paulo y la Agenda 2030 (hoy plan 2045), otorgan a la destrucción minuciosa de los valores que fundamentan la cultura occidental.
En esta línea, en Guatemala hubiera sido prácticamente imposible iniciar con demandas por aborto o intervenciones para cambio de sexo. Pero estas exigencias no tienen mucho arraigo en el país, donde en cambio, se incrementó el culto a esa imagen controversial, al abrigo de las migraciones ilegales, el tráfico de drogas, la “ruta del narco”, que parte de Colombia y llega al norte de México, donde campean la Santa Muerte, Jesús Malverde y otros ejemplares de la religiosidad narco, como se le conoce.
El lugar se inscribió legalmente como Centro Espiritual Encanto del Kemé, una “asociación cultural y religiosa”. Se ubica a cien metros de la cárcel de Cantel, lo que motiva alerta entre los quetzaltecos, quienes consideran que el sitio podría convertirse en centro de peregrinación delincuencial.
Los líderes del culto citado están seguros de inaugurar el 31 de octubre. Guatemala comienza su batalla cultural desde el frente espiritual. Dios proteja a este país.