Cardenal alemán Müller: «El Sínodo no es un congreso del partido chino»
El cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller criticó la modalidad con la que está organizado el Sínodo de Obispos que comienza hoy en el Vaticano, del que espera una declaración final sin mucha sustancia.
dpa/EP
En entrevista con dpa, Müller señaló que «el voto del sínodo es solo consultivo, todo el evento es un intercambio de opiniones no vinculante».
«En última instancia, se da el caso de que el papa, en el círculo de sus amigos, emite un documento final según su propio gusto. Y eso es bastante cuestionable», consideró.
En su opinión, sigue sin estar claro que el papa Francisco hable en ese caso en virtud de su mandato papal como cabeza de la Iglesia o si se limita a resumir lo que se ha dicho en el sínodo como una especie de líder de la asamblea.
Müller fue obispo de la ciudad alemana de Regensburg de 2002 a 2012 y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma, organismo que vela por la pureza de la enseñanza católica, de 2012 a 2017.
Su mandato no fue renovado por el papa Francisco, por lo que la relación entre ambos se considera tensa. No obstante, el papa convocó a Müller para que participe en la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
Müller reconoció en la entrevista que la convocatoria le «sorprendió un poco». «No pertenezco al círculo de amigos preferidos del papa. Pero quizá los dirigentes del Sínodo tuvieran otros motivos. Quizá querían evitar la impresión de unilateralidad», dijo.
A la conferencia, que se celebra del 4 al 29 de octubre, asistirán 365 miembros con derecho a voto. La gran mayoría son obispos, pero también hay otros clérigos y laicos. Por primera vez en la historia de la Iglesia católica, 54 mujeres han sido admitidas también como miembros con derecho a voto. Además asisten expertos que no pueden votar.
Entre otras cosas, se debatirá la gestión interna y una forma diferente de funcionar en la Iglesia, pero también temas controvertidos, como la posición de la mujer o el trato a los homosexuales.
Müller criticó que el mandato y los temas del Sínodo sean muy vagos. Existe el peligro, añadió, de que el Sínodo pierda de vista lo que es realmente católico y se deslice hacia una sociología general.
«Al final, esto podría ser también un alegato de las Naciones Unidas o de otras organizaciones asistenciales, según el lema: ‘deberíamos, deberíamos…’ Pero el verdadero propósito de la Iglesia no es implicarse en el debate público como una organización no gubernamental», sentenció.
Müller también criticó el hecho de que las deliberaciones se celebren a puerta cerrada, una medida que busca aparentemente que no haya diversas interpretaciones sobre lo conversado.
«Pero no funcionará, al contrario. Cada participante hablará con sus conocidos, ellos se lo contarán a otros, y así irá dando vueltas. Algunos incluso tendrán el teléfono móvil en marcha. No se puede controlar a 460 personas; al fin y al cabo, esto no es un congreso del partido chino», añadió.
A pesar de estas reservas, Müller se declaró dispuesto a trabajar de forma constructiva, agregando que no se cierra a la discusión de temas de actualidad como el cambio climático o la inteligencia artificial, ni está en principio en contra de la inclusión de laicos.
«La Iglesia no es un ejército o una administración estatal con un arriba y un abajo», subrayó. «Todos estamos en relación directa con Dios a través del bautismo. La idea de una casta dirigente y otra obediente es totalmente errónea».
En la interpretación de ciertas cuestiones, dijo, también hay una diversidad de opiniones perfectamente legítima dentro de la Iglesia.