Canasta básica: cifras oficiales vs. realidad
La reciente citación de la bancada VOS al Instituto Nacional de Estadística (INE) puso sobre la mesa una interrogante que afecta directamente al bolsillo de millones de guatemaltecos: ¿es realista el cálculo oficial del costo de la canasta básica?
Redacción
Según el INE, el valor mensual por persona de la canasta básica alimentaria urbana (CBAU) se sitúa en Q915.05, mientras que la rural (CBAR) se estima en Q697.48. Pero para los ciudadanos, estas cifras no reflejan la realidad del gasto en los hogares.
El principal cuestionamiento planteado por los congresistas no solo apunta al alza sostenida de precios, sino a la metodología empleada por el INE. ¿Por qué se mide el costo de la canasta por persona y no por familia, cuando la mayoría de los hogares guatemaltecos están compuestos por al menos 4 o 5 integrantes?



La diferencia no es menor: para una familia urbana de cinco personas, el costo mensual ascendería a más de Q4,500 solo en alimentos. Si se suma la canasta ampliada —que incluye vivienda, salud, educación, transporte y otros rubros— el gasto rebasa los Q8,000.
En contraste, el salario mínimo mensual ronda los Q3,600, sin contar descuentos legales. La brecha entre ingresos y necesidades básicas es evidente.
Otro punto controversial es la inclusión de productos como sopas instantáneas o alimentos ultra procesados en el cálculo oficial. Si bien forman parte del consumo real, diputados como Andrea Villagrán de VOS advirtieron que se trata de “calorías vacías” que distorsionan la noción de una dieta nutritiva.
Además, los parlamentarios denunciaron posibles inconsistencias en los precios reportados por el INE, especialmente en productos que, según consumidores, tienen un costo más elevado en supermercados y mercados de la capital. ¿Se está ajustando el promedio a conveniencia? ¿Se están eliminando precios “fuera de rango” que alteran el resultado final?
El INE, por su parte, defendió su nueva metodología, basada en requerimientos calóricos del Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (INCAP) y patrones de consumo observados en la encuesta nacional de ingresos y gastos familiares (ENIGFAM). Sin embargo, las dudas persisten.
La discusión va más allá de los tecnicismos estadísticos. La canasta básica no es solo una cifra: es el espejo de una economía donde sobrevivir con el salario mínimo es una proeza. Mientras el INE afina fórmulas, las familias ajustan su realidad: compran menos, comen peor y siguen esperando que la estadística no reemplace a la empatía.