Bukele ha desnudado a la prensa activista con su triunfo electoral
Por Julio Abdel Aziz Valdez
Así es, los encargados ya no de generar la crítica ciudadana al poder, sino de moldear la opinión pública a su sabor y antojo, entendiendo esto como su sesgo particular ideológico. Si bien es cierto antes la prensa dependía de los anunciantes, ahora dependen del financiamiento externo proveniente, especialmente, de fuentes que intentan imponer la homogeneidad mental.
Haré una comparación en este momento: la prensa activista en El Salvador propagó la idea de fraude electoral el día de las elecciones a presidente, porque les interesaba que Bukele no solo no reafirmara su victoria, sino además pararlo con sus ataques argumentales. En Guatemala, la misma prensa activista cerró filas para lo contrario, para descalificar lo que abiertamente había sido un fraude electoral, y reafirmar que su candidato el ungido de la voluntad popular, el que destruiría con la corrupción endémica.
¿Qué tienen en común la oposición salvadoreña y la ahora oposición guatemalteca como para que el activismo periodístico este actuando de esa manera? Pues que están contra los intereses de los financistas, nada más. Este periodismo construye casi de la nada a opositores dignos o bien a amenazas golpistas, hace que las voces marginales y a veces con marcados trastornos mentales, suenen como la voz legitima contra el poder.
Lo interesante de la reelección en El Salvador, entre otras muchas cosas, es que tenía que ser tan aplastante para que a los medios cooptados no les quedara el mínimo margen de acción que les permitiera imponer la narrativa de un fraude electoral, contrario a lo que pasa en Guatemala donde el fraude era tan evidente que la estrategia giró en torno a la incuestionabilidad de la mínima diferencia, o sea, no importa como ganaron, lo importante es que lo hicieron y ya.
El periodista ha mutado a propagandista con argumentos, pero él por sí solo, no vale nada, las redes están repletas de los que opinan y opinan y no levantan vuelo, lo importante es dónde trabaja el propagandista. Los medios son la estructura corrupta ideal, porque pueden participar de cualquier acto inmoral y si se les cuestiona, asumen que se les coarta su libertad de expresión y libre prensa. Si se les procesa igual, no necesitan refrendarse con nadie, o sea, tal y como lo mencionaba Bukele no escuchan a sus audiencias, es más, eso les vale poco. Solo les importa ubicar a la voz ideal que cuadra con su narrativa. Ejemplo nocivo fue el maridaje que se produjo entre los medios y las organizaciones etnicistas que intentaron destruir la economía nacional en octubre del año pasado. El mismo acto autoritario y violento se vio en otros políticos antes y en ese momento los medios no dudaron de calificarlos de lo que realmente son: delincuentes.
Creo que los gobiernos neocoloniales encontraron la clave para la dominación, más allá de los préstamos y de las intervenciones armadas. La clave está en los medios. Aprovecharon la debacle de la prensa escrita, televisiva y radial para construir medios a la medida en las redes, los monólogos se extienden a manera de infección venérea y moldean las mentalidades huérfanas del mínimo de sentido común. Imagínense lo siguiente, para los dos o tres lectores de este servidor, en este momento no tengo el menor pudor para afirmar que el periodismo activista es parte de la dictadura de la narrativa del progresismo por lo que son los síntomas de la infección del totalitarismo actual, pero al no formar parte de las voces autorizadas lo dicho anteriormente simplemente no tiene impacto alguno, esto confirmaría otro aspecto, y es que el fenómeno del ninguneo que Enrique Krauze comentaba en México, es el proceso de diluir por completo a las voces disidentes, las no publicadas en esos medios autorizados y aceptados por los financistas.
El problema no es que no se te permita opinar, sino que tu opinión no importa para los medios autorizados y no se reproducirá. De esta manera presentan una falsa imagen de consenso de la crítica a lo que ellos hayan identificado que es el enemigo a vencer. Y a pesar de esto Bukele ganó abrumadoramente, los grandes perdedores no son solo los dos partidos tradicionales, sino también los nefastos medios de comunicación como El Faro, Gato Encerrado y muchos más.